Por más que el argumentario impartido ayer por el PP a los
dirigentes que iban a estar "a tiro de micrófono" se redujese
prácticamente a contestar con tres palabras, "no me consta", a
cualquier pregunta sobre los pagos en negro en la cúpula del partido, tal
mensaje apenas ha tenido eficacia, porque la mayoría de los ciudadanos han
acogido la consigna repetida miméticamente con total escepticismo, porque lo
cierto es que les consta que la información publicada ayer no sólo es posible,
sino que desde hacía tiempo era un runrún persistente.
La gente de a pie tiene tan claro ya que los grandes
partidos están lejos de sus necesidades y de sus penurias que uno diría que no
se sorprende de tanta corrupción y tanto engaño. Es más, están seguros de que
todo lo que hacen por ellos es por la rentabilidad electoral o el beneficio
colateral que ellos o sus "amiguetes" reciben a cambio. Pero lo malo
de este asunto es que, sea quien sea el culpable, los perjudicados son todos
los partidos, todos los políticos, decentes e indecentes, y, por extensión,
todos nosotros.
No sé quién ha tenido el valor de decidirse a sacar a la luz
este tráfico de sobresueldos -o sea, sueldos en sobres- ni con qué intención lo
ha hecho, pero, en cualquier caso, lo único importante, más que el quién y el
por qué, con los que siempre nos distraen y tratan de modular nuestra
repugnancia, es que se investiguen y se castiguen si caben tan deleznables
hechos. Parece claro que el PP no tiene el más mínimo interés en abrir una
investigación sobre una trama y unas prácticas dentro del partido, de las que
sólo podría sacar rechazo por parte de la ciudadanía, eso en el improbable caso
de que sea cierto eso de que no les cinta su existencia. Así que habrá que
esperar a que algo o alguien pongan en marcha la maquinaria de la justicia.
Lo que sí he podido comprobar, más allá de ese monolítico y
medido "no me consta" que en absoluto equivale a "no es
cierto", es que la respuesta de todos esos dirigentes es completamente
distinta a la que acostumbran a dar. No sé si, como yo, habéis echado en falta
esa "santa indignación" que solía embargarles en otras ocasiones.
Esta vez he podido escuchar desde el malicioso "investigar hasta el final,
caiga quien caiga", de la perversa condesa de Murillo, doña Esperanza,
hasta ese desapego del portavoz del PP en el Congreso Alonso, que dijo que
"felizmente " Bárcenas ya no mantiene relación con el partido,
ignorando quizá que el ex tesorero y mentiroso montañero -falseó la memora de
una expedición al Himalaya en la que participó-, Luis Bárcenas, mantiene
despacho en la sede nacional del PP.
Tampoco ha sido la habitual la arenga dada por la secretaria
general popular, María Dolores de Cospedal, que ayer, ante representantes
municipales de su partido dijo que "el que la hace la paga y que cada cual
aguante su vela". Habrá que esperar las palabras que hoy dirigirá al mismo
auditorio el siempre escurridizo Mariano Rajoy, medir sus silencios, sus
titubeos y la liquidez de sus eses para, como en tiempos de la Unión Soviética,
interpretar a través de ellos cuánta verdad se encierra en lo publicado.
De momento, y quizá sólo sean pequeños síntomas,
imperceptibles cambios de tono y de lenguaje, los que llevan a que alguien tan
descreído como tenga que decir "a mí me consta".
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