A menudo tengo la sensación de que nos toman por tontos y de
que nos administran la información como se administran las cucharadas de jarabe
al niño que tose y sospecho que todo lo que nos dejan saber tiene una finalidad
y unas consecuencias perfectamente calculadas. Alguna cosa he visto en mis años
de profesión. Sin embargo, habrá sin duda quien crea que quizá estoy pecando de
malpensado, pero, como mi pensamiento es mío, lo pienso como quiero.
Digo esto porque este fin de semana hemos sabido -se ha
filtrado a la prensa para que lo sepamos- que los diputados del Partido Popular
en la Asamblea de Madrid. Bartolomé González y María Isabel Redondo,
sorprendidos "in fraganti" y fotografiados por el reportero gráfico
de EL PAÍS, Álvaro García, mientras, en el pleno en el que se estaba dando
forma "legal" a la llave que permite al PP privatizar hospitales y
centros de salud en la Comunidad de Madrid, andaban enfrascados en una, espero
que al menos apasionante, partida de "Apalabrados", el juego de moda
para quienes gozan, a veces pagados con dinero público, de cachivaches
digitales, llámense tabletas o smartphones, con la correspondiente tarifa plana
de conexión a internet.
Todo esto viene a cuento de que este sábado a eso del
mediodía, cuando los informativos suelen ir secos de noticias, se nos hizo
saber que González y Redondo habían sido sancionados, digo yo que por aquel
acto de desprecio a la cámara -cámara de representación, no del fotógrafo, que
ni la olieron- y al cargo que en ella ocupan en nombre de sus votantes. La
información nos aclara que el importe de la sanción es de 300 euros por
jugador, más una amonestación pública y que la pidieron ellos mismos abrumados
por la trascendencia de su "travesura".
La información aclara que 300 euros es la mayor sanción que
se les puede imponer según el reglamento de su grupo y a mí me llevan los
demonios cuando pensó que trescientos euros, con suerte un poco más, es lo que
ganan muchos "afortunados", algunos con currículos rebosantes de
títulos, másteres e idiomas, por trabajar todo un mes a media jornada, por no
hablar de becarios, a los que, si son sorprendidos en la misma actitud que
estos dos diputados en el pleno, correrían serio peligro de ser puestos en la
calle, gracias entre otras cosas a la reforma laboral aprobada por su partido y
que, de haber sido elegidos para el Congreso, en lugar de para la Asamblea,
también hubiesen aprobado entre jugada y jugada.
Pero, a lo que iba, insisto en que la filtración de esta
noticia no es inocente. Y no lo es, porque coincide en el tiempo precisamente
con el anuncio del propósito del PP de reducir a la mitad el número de
diputados de la Asamblea, algo que, en absoluto castigaría a la representación
del PP. en la cámara, más bien al contrario, y, sin embargo, alejaría del
parlamento madrileño a las pequeñas fuerzas emergentes, deteriorando seriamente
la representación de los ciudadanos en el mismo. Por ello, sacar ahora del baúl -la
sanción a los diputados se produjo hace más de un mes- el mal ejemplo de estos
dos diputados es poner munición en manos de Ignacio González y su mentora la
condesa de Murillo, doña Esperanza, para arrinconar más si cabe a la izquierda
en la Asamblea.
Por lo demás, si nos paramos a pensarlo, pagar trescientos
euros por jugar una partida, apenas es nada para el partido de un señor que
dice haber pagado 770.000 por un ático en la playa o de otro que, como tesorero
del mismo, controlaba 22 millones de euros en discretas cuentas en Suiza.
Puedes leer más entradas de "A media
luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario