No sé si Mariano Rajoy es de los que, ante las adversidades,
se queda en la cama deprimido hasta que escampe o, por el contrario, se
convierte él mismo en tormenta y da vueltas por el despacho, dando patadas a
los muebles y puñetazos a las paredes. Sinceramente, no lo sé. Lo que sí sé es
que, ahora mismo, debe estar en una u otra actitud, porque la velocidad a la
que le están creciendo los problemas era impensable hace sólo unos meses.
Tampoco sé como sonarán, como sonarían, las trompetas del
apocalipsis anunciado por el evangelista Juan, pero las imagino persistentes y
dolorosas al oído, tal y como debe sonarle a Rajpy todo lo que ayer y hoy se
escucha en las radios y televisiones o se publica en los periódicos que no
controlan sus talibanes y que hace sólo unos días, cuando nos decía a nosotros
los náufragos de la crisis que estaba a la vista la playa del crecimiento.
Tanto esfuerzo en pasear la marca España, tanto empeño en
esconder los defectos bajo la alfombra y en afearles la conducta a quienes los
descubren para corregirlos, tanto tesón en ver briznas de paja o pajas enteras
en los ojos de los demás, y, al final, quienes arruinan la imagen de nuestro
país son los que, desde el partido hoy en el gobierno manejaban cuentas
muchimillonarias en Suiza, ocupaban y ostentaban lujosos -y un tanto horteras-
áticos de oscuro origen en la Costa del Sol, trapicheaban con la
"externalización" de servicios de la sanidad pública o indultaban en
nombre del rey a un cliente del despacho en que trabaja un hijo, defendido por
el hermano de un compañero de partido. Desde luego, no creo que quienes
tuviesen pensado prestarnos dinero o invertir en nuestro país nos tengan en más
consideración que aquella en que tenían al dictador tunecino, aunque, no nos
engañemos, al dinero le gustan los políticos corruptos y los trabajadores
semiesclavizados, que son los que le dan los mayores beneficios.
Mucho ruido y muy estridente, tanto para los oídos de quien
algo de responsabilidad tiene en todo lo anterior y mucho más ruido y más
estridente para quienes están sufriendo, de buen grado o no, los recortes y
sacrificios injustos y crueles -una vez más insisto en ello- quienes no han
reducido en lo más mínimo su tren de vida ni sus dispendios. No creo que en
unas futuras elecciones los votantes acudiesen a las urnas con la misma
docilidad que lo han hecho hasta ahora. Más bien me inclino a pensar que los
que se acerquen, que, desgraciadamente, no serán todos los que debieran, lo
harán mucho más despiertos y, confío en ello, informados. Sin olvidar que esto
último es una tarea que nos corresponde a cada uno de nosotros.
Porque lo que está pasando ha servido y espero que sirva
para hacernos más responsables en nuestros juicios, para que no nos quedemos en
la superficie de las cosas, conformándonos con el masticado de información,
depurada y orientada que mamá gorriona deposita en el pico abierto de cada uno
de nosotros, sus gorrioncillos, a la hora de los telediarios o en las primeras
de os periódicos.
Ayer, en apenas unas horas, pudimos comprobar que todo era
verdad, que la investigación que le costó el puesto a Garzón, porque desató las
iras de la prensa afín al PP, la de la trama Gürtel, iba bien encaminada. Por
eso fueron a por él, del mismo modo que el director general de la policía
"se cargó" al comisario del que dependía la investigación sobre la
propiedad del ático del hoy presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio
González, que sólo el tesón del SUP ha puesto a salvo y ha obligado a González
a enseñar sus cartas ocultas y quién sabe con qué consecuencias futuras,
reconociendo que ese ático que figuraba a nombre de una sociedad fantasma
radicada en los EE UU, ha pasado a ser de su propiedad, en el minuto siguiente
a que una juez de Marbella retomase la investigación, algo que no acaba de
solucionar el problema, porque lo que busca la juez es saber quién está detrás
de esa sociedad y de dónde procede el dinero con que se pagó, especialmente
porque hay quien lo atribuye al pago por una recalificación llevada a cabo por
González en Arganda.
Hoy nos toca escuchar la salmodia repetida de que al final
todo se sabe. Y es verdad. Pero nadie me quita de la cabeza que, si las oscuras
cuentas del ex tesorero del PP, Bárcenas -las de Suiza y las que llevaba para
su partido y, cada vez está más claro, parece que contando con la trama Gürtel-
se hubiesen conocido a tiempo, probablemente el PP no hubiese obtenido la
mayoría tan absoluta con la que cuenta hoy. Del mismo modo si hubiésemos sabido
hace unos meses, cuando Esperanza Aguirre dio la "espantá" lo que hoy
sabemos del ático de la familia González-Cavero, probablemente hoy el sucesor
de lideresa hubiese sido otro muy distinto.
Está claro. Si, para el PP, esto no es el apocalipsis, se le
parece mucho. Porque, por menos de lo que sabemos de Bárcenas, González o
Gallardón -eso de hacer favores a través del BOE está muy feo- otros hubiesen
dimitido. Yo, iluso de mí, espero acontecimientos.
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