Cada día mis viejos compañeros se encargan de despertarme
con algún nuevo sobresalto. También hoy en que todo apuntaba a que la semana
iba a ser clave en escenarios como, Italia, Venezuela t, claro, España. Todo
bajo control y todo perfectamente previsible, hasta que la habitual Revista de
Prensa ha arrancado en un escenario inesperado y con munición de la gruesa,
porque munición gruesa es que un diputado, secretario además del Congreso, el
popular Santiago Cervera, haya sido detenido al recoger el sobre que el
presidente de Caja Navarra, por consejo de la Guardia Civil, había ocultado en
las murallas de Pamplona para "dar caza" al anónimo autor de un
intento de chantaje al banquero, al que había amenazado con revelar un presunto
enriquecimiento irregular.
Santiago Cervera, alto, buen mozo y médico especializado en Dirección de
Servicios Sanitarios, alcanzó en UPN y con Miguel Sanz como presidente, la
Consejería de Salud del Gobierno Navarro. Para, más tarde, tras su fuga de
Unión del Pueblo Navarro hacia las filas del PP, convertirse en un brillante
diputado, secretario del Congreso de los Diputados que es, además, habitual en
alguna que otra tertulia radiofónica.
Al parecer Cervera explicó a la Guardia Civil que había sido
víctima de una trampa, algo evidente sea cual sea el final de la historia, y sin serle tomada declaración, dada su condición de aforado, fue puesto en libertad. No me quiero ni imaginar
la cara de sorpresa de los agentes cuando descubrieran la identidad del
detenido, pero debió ser de libro. Tampoco puedo imaginarme por qué tanto silencio
en quien pasa por hábil y brillante orador. Dice que lo mantiene por consejo de
su abogado, pero, en mi inocencia, pienso que lo mejor sería explicar cuanto
antes su presencia en el lugar de a cita, si es que tal presencia tiene
explicación, claro.
Asunto chusco donde los haya, el del paseo de Cervera por
las murallas de Pamplona. Chusco y preocupante, porque en este país estábamos
acostumbrados a que los diputados que tenían problemas con la benemérita los
tuviesen por asuntos de tráfico, con o sin alcohol por medio. Malo sería para
la ya quebrantada moral de los ciudadanos que uno de sus representantes más
distinguidos, porque el secretario del Congreso no es un diputado cualquiera,
se viese involucrado en un asunto tan turbio y que no pudiese justificar, más
allá de una excusa que no pueda probar, en un asunto tan turbio.
Quiero creer que así va a ser. Quiero creer que aparecerá
una tercera persona como autora de la trampa de la que habla Cervera. Quiero
creerlo, porque sería muy triste tener un diputado de esas características.
Pero cada minuto que pase sin una explicación clara y coherente van a crecer
las sospechas sobre su señoría. De momento, dice que fue la curiosidad la que le llevó, después de recibir un correo que le hablaba de información sobre la mala gestión de la caja, la que le llevó hasta la muralla.
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