Desde la tarde ayer y gracias a un pleno tan poco
apasionante para quienes hacían la propuesta como para que un par de ellos
perdiese el tiempo y nuestro dinero jugando con sus teléfono y su iPad, la
privatización progresiva de los hospitales y los centros de salud que hemos
pagado los madrileños y, a cambio, han servido a todo el que lo ha necesitado
en Madrid, es ya posible.
A la hora de explicar por qué lo han hecho, no quieren, no
saben o, simplemente, mienten. Es cierto que los hospitales y los centros de
salud madrileños pueden funcionar mejor, pero también es cierto que el problema
de la sanidad madrileña lo es mucho de falta de recursos y no tanto de gestión.
Yo que, para mi desgracia, soy un usuario pertinaz de la sanidad pública en
Madrid noto la ausencia de medios y sé cuál es la causa. La causa es ese
egoísta que muchos llevamos dentro, capaz de votar a quien le acaricie la oreja
contándole que paga demasiados impuestos y que, si les da su voto, que es lo
único del ciudadano que les interesa, acabarán bajándoselos. Lo que no le dicen
es que a él se lo bajarán un punto, mientras ellos se los bajan unos cuantos
más. Y, como, en un mundo en el que la política también vive del marketing, la
bajada de impuestos es un argumento infalible, hay líderes de la izquierda
-dios si existiese los confunda- que se permiten decir gilipolleces tales como
que "bajar impuestos también es de izquierda".
Sin impuestos no hay dinero y, cuando no hay dinero, las
estructuras se tambalean. Ojalá todos los que han aplaudido la bajada de
impuestos y los que han practicado la "ingeniería" y han tirado de
"asesoría", a la hora de hacer su declaración de la renta, echasen
cuentas y viesen que todo lo que han perdido en recortes de servicios, copagos,
eliminación de pagas, bajada de salarios, precarización de empleo y precarización
de su empleo para quienes lo conserven, ha superado con creces todo lo que,
presuntamente, se han ahorrado en impuestos. Seguro que, si pudiesen, darían
marcha atrás y corregirían su voto y su actitud hacia la hacienda pública.
Ahora, estos señores del "cuanto peor mejor" han
visto la brecha por la que introducir la cuña de la privatización que acabará
resquebrajando el sólido servicio de la salud pública -sólido por quienes
trabajan para él y por el prestigio que, pese a la escasez material, tiene
entre sus usuarios- y, así, convenientemente troceado malvendérselo a sus
amigos que siempre sabrán ser generosos a la hora de sentarles en sus consejos
de administración.
No sé cómo acabará esta historia, ni si será posible que
otro gobierno que ojalá llegue pronto, será capaz de revertir esos hospitales
que nos están quitando de las manos a sus verdaderos titulares que somos los ciudadanos.
Lo que sí sé es que en el mundo de las privatizaciones, las externalizaciones,
las contratas y las subcontratas, los servicios se deterioran porque el dinero
se va escurriendo por las rendijas que quedan en cada escalón del sistema y el
lucro de todos los intermediarios sale de los salarios de los trabajadores y
las prestaciones de los usuarios. Y siempre con la presencia de todos los
amiguetes que se cuelgan de la teta de la madre administración, todos los que o
deterioran el servicio o dejan de prestarlo, despiden a sus trabajadores o les
rebajan el salario a la mitad, eso, cuando no se quedan con las cotizaciones de
la seguridad o se llevan "la música" a otra parte. Pero, eso sí, si pasa
algo, no se te ocurra pedir responsabilidades, porque es entonces cuando
empieza el peloteo con la patata caliente de las mismas. Y eso tiene nombre y apellidos, Esabe, la limpieza del metro de Madrid, Diviertt y las que queráis buscar en todos los niveles de la Administración.
Lo que acaban de posibilitar con la sanidad de Madrid
acabará pareciéndose en algún momento a lo ocurrido en el Madrid Arena, cuya
gestión, para rentabilizar el recinto, dicen, estaba parcialmente externalizada
en la práctica y adjudicada a un tipo, Miguel Ángel Flores, que únicamente
ponía sus amistades en el ayuntamiento y subcontrataba, con la complicidad de
algún que otro responsable municipal, la seguridad, el control de accesos, los
servicios médicos y todo lo demás, ante las narices de un ayuntamiento que ni
oía, ni veía, pero callaba,
Todo barato barato y rentable, sobre todo para algunos. No
para las cinco jóvenes muertas ni para los enfermos que, si lo suyo es grave y
caro, serán derivados a otros hospitales, cien por cien públicos, que, como los
colegios públicos de algunos barrios se llenan de alumnos
"difíciles", verán aumentar su cuota de enfermos
"complicados", hasta hacerlos inviables, forzando eso que estos
canallas que nos gobiernan usan como argumento para defender la gestión de
algunos, no todos, los hospitales puesta en manos de sus amigos.
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