Resulta curioso oír hablar de derechos a quienes
históricamente se han encargado de arrebatárselos a la sociedad una y otra vez
y con quien, cuando no le queda otro remedio que convivir con los de los demás,
los de todos, siempre le vienen grandes, siempre excesivos. Lo de regular,
evidentemente a la baja, el derecho a la huelga de los trabajadores es una
cuenta vieja cuenta del "tea party madrileño" que, ahora que ve que aun
conservando todo el poder, pierde popularidad a borbotones, tiene prisa por
saldar.
El espíritu ultra liberal y la mentalidad de empresa del
gobierno de la Comunidad de Madrid, tan lejos de sus obligaciones para con los
ciudadanos a los que dicen servir, casan muy mal con las únicas herramientas
que les quedan a los trabajadores para defenderse de las arbitrariedades que
siempre, pero más en tiempos de crisis, les toca sufrir. En esto, Ignacio
González no hace más que seguir la plantilla de comportamiento que ya dejó
establecida su antecesora y todavía jefa en el Partido Popular, Esperanza
Aguirre.
Por eso, también en esto, quiere cambiar las reglas de juego
Ignacio González -me sigo negando a nombrarle sólo por el apellido, porque en
la política española ya hubo un González y nada tiene que ver con él- está
empeñado en desmontar y vender lo que nos resta de Estado de Bienestar en el
tiempo que le dure la presidencia sobrevenida tras la renuncia de Esperanza
Aguirre, que nunca ha dicho que no vaya a volver a lo que considera su finca,
una vez hechas las incómodas e impopulares reformas.
Después de una larga campaña contra los sindicatos,
emprendida ya por Esperanza Aguirre, y a la vista de que las protestas y
huelgas en sectores vitales para los ciudadanos, como la sanidad o el transporte,
o en Telemadrid, clave para el autobombo del gobierno, Ignacio González ha
comprobado que, pese a las molestias que causan a los ciudadanos, los
trabajadores cuentan con la simpatía de los ciudadanos, entre otras cosas
porque lo que se juegan unos y otros es vital, no ya para los mismos
trabajadores, sino para todos los ciudadanos.
Por eso, el presidente madrileño se empeñó ayer en cargar
otra vez contra los sindicatos y el derecho a la huelga. Por eso habló de
abusos, por eso él, que ve a los pacientes como unidades de negocio y a los transportes
como instrumentos de propaganda electoral a traspasar después a amiguetes, por
eso, él que se quedó sin poder televisar su mensaje de navidad, habló de
regular el derecho de huelga.
Pues que sepa el señor don Ignacio González que los
trabajadores en huelga están pagando con su salario los días en que hacen
huelga y que sepa también que, una vez reconocido por la Constitución como lo
está, el único abuso contra el derecho de huelga que cabe es el de recortarlo
como pretenden.
Quizá lo que querría Ignacio González es un rebaño de
corderos que desconcertados y asustados se dirijan al matadero. Yo prefiero a
los trabajadores defendiendo lo que es suyo y es de todos y el PP nos quiere
arrebatar.
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