Escuché ayer a mi amiga Elsa González, presidenta de la
Federación de Asociaciones de la Prensa de España, corroborar un dato
escalofriante: ya son más los periodistas que trabajan para los partidos
políticos y las administraciones que los que lo hacen en los medios de
comunicación. Un dato que, de momento, ofrece dos lecturas, ambas muy
preocupantes. Por un lado, sería un claro ejemplo práctico de ese viejo
aforismo chino que reza "si no puedes vencer a tu enemigo, únete a
él". Es decir, si lo que te preocupa es estar bajo el ojo crítico de la
prensa, contrata periodistas que maquillen tu realidad y te sirvan, además, de
intermediarios ante los medios. Si también controlas esos medios a base de
licencias, ayudas y produces un flujo regular entre profesionales que van de la
administración a los medios y vice versa, siempre con billete de ida y vuelta
que garantizan que la voz de los tuyos va a ser tratada en todo momento
"como se merece".
Os preguntaréis por qué me descuelgo ahora con esto. Creo
que la cosa está clara, lo hago porque es evidente que algunas cosas, algunas trampas,
algunos trucos, algunas mentiras no serían posibles si no tuviesen garantizada
una buena acogida o, cuando menos, una actitud acrítica entre los medios. Un
ejemplo, España fue el único país en el que el mes pasado bajaron los
combustibles derivados del petróleo y España ha sido también el único país que
los ha subido ahora, una vez conocido el IPC de noviembre. Curioso ¿no? Curioso
y práctico para los intereses del Gobierno que intentó aplicar para revisar las
pensiones un falso IPC que se sacó de la manga, "despiojado" de la
más que molesta subida del IVA y sacado de la manga, para calcular su escuálida
revisión de las pensiones.
Nadie se ha tomado la molestia o, si lo ha hecho, ha sido
apenas de refilón, de meter el dedo en la llaga de este truco de trilero
tramposo, con que el gobierno, con la complicidad de las distribuidoras, ha
arañado alguna que otra décima de ese IPC, más retocado a estas alturas que la
nariz de los famosos. No ha habido, no ya el escándalo, sino, ni siquiera, la
más mínimo crítica a esa nueva muestra de ingeniería contable a la que tan
acostumbrados nos tiene este gobierno.
Ha pasado también con el bochornoso espectáculo que ha sido
la detención del que fuera presidente de la CEOE y que, por serlo, debe tener
su álbum familiar y los archivos de periódicos y televisiones de imágenes con
ministros, presidentes y otros cargos púbicos de uno y otro signo, pese a lo
cual, lasque hemos visto han sido convenientemente ocultadas o filtradas en
función del grado de afinidad con el poder vigente o saliente del medio en
cuestión.
Pasa también con el ministro Wert que, con una habilidad
digna de mejor causa y la total falta de escrúpulos que le caracterizan, juega
siempre que puede a llevarse, a punta de titular sobre cuestiones más que
intrascendentes o ya resueltas, el toro de la opinión pública cuando, ante sus
reiterados fracasos en materia económica, amenaza la integridad del gobierno en
asuntos realmente serios.
Lo ha hecho siempre y lo hace porque sabe que no le va a
faltar trabajo como contertulio bufón y sabihondo en cualquier tertulia de
radio o televisión, en varias a ser posible, o en alguna de esas inversoras que
se preparan para meter la cuchara en el negocio de la educación un vez que,
desde su despacho, acabe con la enseñanza pública como, sin ningún pudor,
parece haberse propuesto.
Son unos tramposos que nos la meten doblada en cuanto pueden
y cada vez pueden más, porque ya han conseguido convertir las ruedas de prensa
en sesiones de venta de tupperware y las informaciones de los telediarios en
publirreportajes, con unos periodistas reconvertidos casi en mensajeros que
recogen el sobre con la información que les dan y lo llevan a su redacción. A
cambio, algunos, los más veteranos hacen corro al final o reciben, vía teléfono
o en comidas discretas, la información conveniente "orientada" que a
sus interlocutores -fuentes- les interesa difundir.
En fin, no hay que extrañarse ni hacerse cruces, el país que
nos han dejado es el fiel reflejo de la prensa que tenemos y de los tramposos
que nos gobiernan.
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