Si hace apenas año y medio alguien nos hubiese dicho cómo
nos íbamos a ver hoy, no le hubiésemos creído. Ni siquiera los que nunca hemos
votado ni votaremos a ese partido de la banca, la iglesia y la economía
especulativa. Creo que en ninguna cabeza, salvo la de esos inmorales que nos
mienten una y otra vez o se esconden que están cumpliendo al milímetro los
planes que traían ocultos en su cartera con la misma precisión con que
incumplen una tras otra las promesas que arrojaron a los ojos de los votantes
para cegarles.
Si nos hubiesen dicho que en apenas un año de mandato iban a
liquidar el futuro de nuestros hijos, más brillantes y preparados de lo que nos
soñamos nosotros, si nos hubiesen jurado que uno de cada dos de esos jóvenes,
muchos de ellos con carreras, buenos expedientes y experiencia sobrada no iban
a poder trabajar ni siquiera despachando hamburguesas, les hubiésemos dado la
espalda, tomándoles por locos.
Pero también en eso nos hubiésemos equivocado, porque
habrían tenido razón. Pero nadie nos avisó. Los unos, porque de ninguna manera querían
enseñar sus cartas. Los otros, porque habían olvidado los principios, si es que
alguna vez los tuvieron, y miraban más por su futuro que por el nuestro. Y, por
si eso fuera poco, los medios, la prensa que tanto nos enseñó y tantas
esperanzas nos dio en los últimos años del franquismo, nos ha abandonado a
nuestra suerte, porque la prensa, por culpa de la ambición y la soberbia de
algunos, ha dejado de ser de los periodistas y los lectores, para pasar a ser
de sus acreedores.
Detrás de los que debieran ser nuestros políticos, de los
que debieran nuestros representantes, hay una serie de miserias e intereses
cruzados que llevan a considerar normales las corruptelas y el evidente
clientelismo que existe entre constructores, contratistas y partidos políticos,
especialmente en el seno de los ayuntamientos, que en muchos de los casos son
la verdadera fuente de financiación de una gran parte de esos partidos y, de
paso, el origen de la fortuna de más de un alcalde, sus concejales y sus
familias.
No hay más que detenerse a hacer la nómina de cuántos de
esos representantes, procedentes muchos de la política municipal, se sientan en
los escaños de algunos parlamentos, especialmente las Cortes Valencianas,
paradigma de la intoxicación de cemento de nuestra política y sucursal en
España de la peor experiencia del sur de Italia.
No estoy contento con lo que estamos viviendo, ni mucho
menos esperanzado con lo que nos queda por delante. En días como el de hoy, en
os que compruebo el cinismo con que se mete la mano en la única esperanza de
muchos ciudadanos, sus pensiones, y se miente a sabiendas y con descaro, para
hacerles creer, primero, que se las han subido y no les va a afectar el
encarecimiento de la cesta de la compra, cuando en realidad han perdido casi un
dos por ciento de poder adquisitivo, más lo que ya les cobran y lo que les van
a cobrar por los medicamentos que precisan, más el transporte, la luz, el gas,
el agua y no sé cuántas cosas más... En días como estos, decía, la desesperanza
me abruma, hasta el punto de que a veces dudo que vuelva a haber elecciones
libres, porque, a la vista está, estos tipos actúan como si nunca tuvieran que
dar cuentas de lo que hacen, como si, dentro de menos de tres años, no tuvieran
que pasar el examen de las urnas, en el que ya no serían creíbles sus mentiras.
En días como estos me asaltan temores de que nuestro futuro se parezca al de
Italia, que hoy tiene un jefe de gobierno poco menso que ilegítimo o Grecia,
donde la intención de someter a referéndum, la más legítima forma de
democracia, los duros recortes, menores entonces de los que finalmente se están
aplicando, le costó el puesto a Papandreu.
Me temo que, a menos que ocurra algo que devuelva a los
ciudadanos el control de su democracia, no volveremos a votar en libertad. Por
eso echo ahora de menos en el colegio electoral donde siempre he votado, sobre
la puerta de acceso la misma leyenda que figuraba a la entrada del infierno de
Dante: Oh, vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza".
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