domingo, 31 de marzo de 2013

LAS MALAS COMPAÑÍAS

 
 
Supongo que no es plato de gusto presidir un gobierno y tener que desayunarse un domingo, el que dicen de Resurrección, tragando un sapo del que el diario EL PAÍS sirve hoy en la mesa de Alberto Núñez Feijóo, presidente gallego y, dicen, uno de los hipotéticos recambios de Mariano Rajoy, para quien en más de una ocasión ha sido un incómodo Pepito Grillo.
Las fotos del presidente de la Xunta junto al narcotraficante gallego Marcial Dorado, hablan por sí mismas, especialmente aquella en que aparece al timón del yate de Dorado. Son fotos de hace veinte años y están tomadas por alguien que comparte con el entonces alto cargo de la Administración y el entonces sólo contrabandista, aunque a gran escala y suficientemente conocido como para que un alto cargo con aspiraciones de prolongar su carrera política, evitase dejarse ver junto a él.
O todo lo contrario, porque no hay que olvidar que, hasta que el contrabando gallego decidió poner su infraestructura y su experiencia al servicio del tráfico de cocaína, los capos gallegos, con negocios a uno y otro lado del Minho, eran respetados y halagados como lo que en el fondo eran, magnates de una "industria" tolerada y asumida por la sociedad gallega.
Por lo que parece, las fotos puestas en circulación por vete a saber quién antes o después acabarán minando el prestigio del presiente de la Xunta, porque, al contrario de otros casos, Feijóo no parece que su "amistad" con Dorado fuese previa a sus actividades ilegales -no era un pariente ni un amigo de la infancia- y es de suponer que estaba al cabo de la calle como cualquier ciudadano de a pie en cuanto al origen de los florecientes negocios del contrabandista.
Tiempo después, como relatan Xosé Hermida y Elisa Lois en la información que publica EL PAÍS, Feijóo se traslado a Madrid para ponerse al frente del Insalud, reclamado por el entonces ministro de Sanidad de Aznar, Romay Becaría, en cuyo entorno se movía el testaferro de Dorado, mientras el contrabando, en Galicia y, por tanto, el que ejercía la red controlada por Marcial Dorado, se tornó narcotráfico, comenzó a perder prestigio, aunque durante un tiempo lo mantuvo, y el capo acabó procesado por narcotráfico y condenado a catorce años de prisión.
El tiempo ha seguido pasando y hoy los amigos que posan en el puente, frente a Baiona, han segundo caminos muy diversos que les han llevado a destinos, digamos, paradójicos. Pero el pasado vuelve a veces para jugar malas pasadas, bromas pesadas como esta con al que tendrá que lidiar el a menudo locuaz Núñez Feijóo, quien en los próximos días, si no hoy mismo, tendrá tendrá que dar muchas explicaciones sobre aquellos días en que la sociedad gallega y él mismo se dejaban conducir por una moral más que "distraída". 
Otra cosa será saber quién y por qué ha sacado a la luz estás fotos hechas  hace veinte años bajo el sol del verano pontevedrés que tendrán  el mismo efecto que un torpedo lanzado contra la línea de flotación de la carrera política del emergente político gallego.  
 
 
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1 comentario:

Marisa dijo...

Las fotos cuanto menos son abraiantes, como bien diría el mismo Feijóo si el protagonista con el torso descubierto, gafas de sol y la mano en el timón fuese otro y no él.
Me viene a la cabeza aquella noticia de la dimisión del ministro británico de Energía por atribuir una multa de tráfico a su esposa hace diez años, pero, bueno, no estamos en Eastleigh, condado de Hampshire, ni es delito rebozarse de protector solar bajo un sol del carallo galicia canibal. ¿Cómo era el estribillo de aquel tema de la campaña de publicidad de la ONCE de hace unos años...? http://www.youtube.com/watch?v=FeBLhtKqPtE&feature=related
ah, sí, pues eso.

Un saludo.