Por qué será que, cuando más negro se pinta el panorama para
el PP, siempre acaba encontrando en la torpeza del PSOE el auxilio, el
cortafuego que le aleja del peligro, que lo emborrona todo y acaba difuminando
del partido del Gobierno.
Hay que ser muy torpe para auparse hasta el tarro de las
galletas subiéndose en el cubo de la basura. No es estático ni es práctico. La
basura tiene la tendencia natural a apestarlo todo y, al encaramarse al
recipiente, uno corre el peligro de que falle la tapa y acabar dentro del cubo.
No es la primera ni, visto lo visto, será la última vez que
los socialistas metan la pata de modo tan escandaloso y creo que les pasa lo
que les pasa porque hace tiempo que han dejado de permanecer fieles a sus
principios o, lo que es peor, han dejado de tener claros cuáles son esos
principios. Tengo claro y lo he tenido siempre que quien se mueve y actúa por
principios puede fracasar, puede que, al final, no acierte y no se lleve el
premio, pero estoy seguro de que no se equivoca y de que nadie con la honradez
suficiente podrá reprocharle ese fracaso.
Del mismo modo, hace tiempo que vengo observando -y no paro
de decirlo- que los políticos, por no decir los partidos políticos,
especialmente algunos tienen más que ver con otros políticos y con otros
partidos que con los ciudadanos que les votan. Cómo se explica, si no, que el
mismo partido que tuvo como vicepresidenta del Gobierno a María Teresa
Fernández de la Vega e hizo de Carme(n) Chacón la primera ministra de Defensa
de España se apoye en un acosador como Ismael Álvarez, condenado en 2002 por
acosar a la concejala Nevenka Fernández hasta hacerle imposible la vida, para
arrebatarle la alcaldía al Partido Popular, antiguo partido de Álvarez, por
mucho que se excusen ahora en que el acosador les garantizó que, una vez
conseguida la alcaldía, presentaría su dimisión.
El acoso del que fuera alcalde del PP a la joven concejala
está magníficamente descrito en su libro reportaje "Nevenka, historia de
una humillación" y tiene mucho que ver, salvando las distancias, con
aquellas historias de Pedro Masó y compañía, en las que un hombre maduro se
encapricha hasta la obsesión de una joven a la que atrae hacia su entorno hasta
convertirla, por miedo al escándalo y con la familia de por medio, en su
prisionera.
Es una historia repetida una y mil veces en todos los
entornos y no sólo en la política, también en oficinas, fábricas, comercios y
redacciones, lo que en modo alguno justifica tan denigrante abuso,
especialmente cuando existe una relación de superioridad y jerarquía entre el
acosador y el o la acosada y en el que se repite la eterna táctica del cazador
engaña y aísla a la presa hasta convertirla en algo de su propiedad.
El PSOE, especialmente su número tres, Óscar López, que al
parecer fue quien dio el visto bueno al "apaño" de Ponferrada o, al
menos, cargará con el mochuelo, debería haberse parado a pensar en todos sus votantes,
hombre y mujeres, que, como yo, no soportamos que el fin -hacerse con la
alcaldía de la ciudad leonesa- justifique tan deplorables medios. Mal camino
han escogido, porque no creo que ninguno de nosotros queramos tener nada que
ver con quienes "perdonaron" o justificaron con su voto el acoso a
que sometió Ismael Álvarez a la joven Nevenka, a la que conoció siendo apenas
una adolescente, como hija de unos amigos, y fue atrayendo a su
"cazadero" hasta que no le quedó más remedio que la denuncia y la
huida para escapar de una relación perversa que, además de denigrarla, le
estaba costando la felicidad y la salud.
Ahora, Rubalcaba ha ordenado rectificar el acuerdo alcanzado por el PSOE ponferradino, autorizado por Óscar López. Rectificar es de dsabios, pero cometer algunos errores es de torpes. Y ponerse en manos de personajes como el ex alcalde acosador, finalmente dimitido, cargando con sus votantes, es uno y muy grave.
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