Tenía puestas muchas esperanzas en la victoria de Obama y
las había puesto por muchas razones. Fundamentalmente, porque, si algo encarna
el primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos, es la
constatación de que el hombre es capaz de vencer a la fría maquinaria de la
economía ciega e injusta y a ese conglomerado de odios, creencias e intereses
excluyentes que acaban por convertirse en el espejo en el que se mira lo más
miserable y egoísta del ser humano.
Soy perfectamente consciente de que Obama ha incumplido
bastantes de las promesas de su primer programa electoral. También de que en no
pocas ocasiones ha pasado, fundamentalmente fuera de las fronteras de Estados
Unidos, por encima de los derechos fundamentales que deberían asistir siempre,
insisto, siempre, a cualquier ser humano. No, no me he olvidado del asesinato
"made in Hollywood" de Bin Laden ni del prometido y frustrado cierre
de la vergüenza de Guantánamo. Pero también tengo claro que, sin él, la situación
económica y social en Estados Unidos y, por extensión, del resto del mundo
sería mucho peor y más desesperanzadora. Por eso y a pesar de lo otro, si yo
hubiese podido votar en los Estados Unidos, sin duda lo hubiese hecho por Barak
Obama
Escribo esto porque demasiado a menudo nos perdemos en
exquisiteces y remilgos que, al final, se conviertes en patadas a los causantes
de nuestras frustraciones, pero, y esto es importante, dadas en nuestro propio
culo. No quiero decir con esto que el voto debas ser siempre ese voto útil que
se han han acostumbrado a pedirnos. No, ni mucho menos. No debe ser un voto
útil, sino un voto práctico.
Hay que caminar hacia delante y Obama, pasito a pasito y con
todas las dificultades que podamos imaginar puso en la pasada legislatura las
primeras piedras para muchas de las reformas. También se erigió en paladín de
lo público contra el egoísmo ciego del neo conservadurismo y supo mirar a la
gente desde abajo, poniéndose a su lado y no desde la superioridad de una fe o
un color que no hacen sino esconder los intereses inconfesables de una clase
dirigente y excluyente.
El voto a Obama, a veces con pinza en la nariz, ha sido un
voto práctico, el voto práctico que le dé la fuerza que necesita para
reafirmarse en su lucha contra el conservadurismo religioso y político que
empapó todo en los años Bush. El voto práctico en España será el que permita
cambiar todas esas anquilosadas leyes, constitución incluida, que, no sólo han
asfixiado y adormecido cualquier sueño de transformar la sociedad, sino que la
han convertido en mucho más injusta de lo que era.
No cabe duda de que la próxima vez el voto tiene que ser en
España mucho más imaginativo y mucho más práctico de lo que ha sido hasta
ahora. Los partidos, el PSOE en especial, debe ser consciente de ello e incluir
esas reformas, especialmente la tan necesaria de la ley electoral, en su
programa.
Por nuestra parte, debemos usar nuestro voto, no para
castigar, sino para encontrar soluciones ¿Os imagináis de qué estaríamos
hablando ahora si, en lugar de resultar vencedor Obama, hubiese ganado las
elecciones Romney? Todos estamos seguros de que hoy el mundo es un poco mejor
de lo que hubiera sido tras una victoria del republicano y de eso estoy
hablando ¿Sois capaces de imaginar que sería de nosotros si las próximas
elecciones vuelva a ganarlas, con o sin Rajoy, el PP?
Pues, insisto, de eso es de lo que estoy hablando.
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