Nunca en la historia más reciente de España ha habido más
motivos para plantear una huelga general que los que hay hoy. Y, sin embargo,
nunca ha sido más difícil para los trabajadores seguirla. En una cruel
paradoja, los motivos para hacer huelga y la coartada para quienes no quieren o
no se atreven a hacerla son los mismos. Porque la reforma laboral que facilita
el despido hasta la arbitrariedad, las dificultades para llegar a fin de mes
que hacen imprescindible para la mayoría de los trabajadores esos euros que,
descontados de la nómina, no irían al recibo del agua, la luz, el teléfono o la
hipoteca, en estos tiempos de cortes y desahucios, también la precariedad en el
empleo, los mini contratos y el miedo, sí, el miedo puro y duro, se lo ponen
muy difícil a los trabajadores.
Y frente a los trabajadores que tienen la suerte de ver
satisfecho su derecho a un trabajo, están los sindicatos, conscientes como
nadie de las dificultades de sacar esta huelga adelante, conscientes pero
obligados a hacerlo, porque se juegan mucho en el envite. Es más, al igual que
en la última huelga, la del mes de junio, lo han de apostar todo a las
manifestaciones, que tienen que ser inmensas, como enormes "diadas"
en las que los trabajadores expresen su desafecto a un gobierno, a un sistema,
que les está pasando por encima un día sí y otro también.
Hoy, las calles de las ciudades españolas deben llenarse de
quienes han perdido algo en esta crisis y que, salvo rentistas, banqueros,
curas y políticos, somos todos, porque quien no ha perdido el trabajo o la
casa, ha perdido un porcentaje importante de su sueldo, ha perdido calidad en
la enseñanza que reciben sus hijos o en la asistencia sanitaria. Sus padres o
ellos mismos ven como su pensión le da cada vez para menos, los transportes son
cada vez más caros y peores, como ocurre con todos los servicios públicos y las
medicinas se pagan dos veces y son más caras.
Eso por no hablar de los jóvenes, que han pasado de ser los
grandes consumidores, los animadores del mercado a no tener oficio, beneficio y
que, gracias al odiado ministro Wert, ni siquiera pueden ya preparase más y
mejor para el futuro que les niegan. Todos, trabajadores, parados, pensionistas
y jóvenes tienen motivos para cubrir las calles de España con su indignación.
Todos se están jugando hoy mucho más de lo que imaginan.
Y, mientras, el Gobierno mira para otro lado o hace ver que
mira para otro lado, porque, por más que trate de disimularlo, está preocupado.
Tanto que su centro neurálgico lo ha dejado en manos del beato ministro del
Interior, que ha dado todo tipo de facilidades a la prensa y, siguiendo el
ejemplo de las tropas invasoras de Irak, ha decidido "empotrar"
irresponsablemente informadores en sus furgones, supongo que para lavar la denostada
imagen de los "pumas".
No sé cómo acabará la jornada, pero sí sé cómo me gustaría
que acabase. Con una gran movilización ciudadana que hiele la sonrisa, las
mentiras y los desplantes de más de un ministro. Ni las vírgenes por muy del
Rocío que sean, ni las oraciones del papa van a servirnos para nada. Sólo si
entendemos por qué nos pasa lo que nos está pasando y ayudamos a que los demás
lo entiendan y se movilicen, saldremos adelante. Es mucho lo que nos jugamos,
han absorbido toda la riqueza de España y otros países como España, como quien
pasa una fregona por un suelo mojado y nos han dejado secos y tiritando.
Si el Gobierno cree que la huelga es sólo un asunto de
Interior-y lo cree, porque hoy mismo aprueba en pleno los presupuestos, esos que sarcásticamente ha calificado de los más sociales de toda la democracia- yo tengo claro que la única solución pasa por la movilización
ciudadana, tan tranquila como firme.
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1 comentario:
Es probable que a estas horas el número de manifestantes sea sensiblemente menor que en la pasada huelga general, por todo lo que enumeras: despido arbitrario, esos euros en la nómina de menos, cuando tenemos a la vuelta de la esquina las navidades (tirriosas para unos, fascinantes para aquellos de manos pequeñas y ojos grandes que no entienden de recortes) y este diciembre en muchas casas no van a entrar pagas extras, aunque te las hayan estado prorrateando durante todo el año. Pero fuera del horario laboral esta tarde las manifestaciones van a estar ahí y nosotros con ellas, enarbolando una pancarta en la lengua de Shakespeare, aunque nuestro inglés no de para mucho más que para un macarrónico “a lot of chips”.
Saludos
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