No me extrañaría verla mili reinstaurada en España antes de
que el PP acabe la legislatura, eso, si es que finalmente la acaba, porque de
alguna manera tendrán que sacar a los jóvenes españoles de esa calle sórdida y
desolada a la que les está condenando esta crisis, de la que no tienen culpa
ninguna.
Quizá lo de la mili, que durante tantos años sirvió como
amortiguador para absorber la presión que ejercían demografía y economía en la
calle, no se vuelva a repetir, aunque estoy viendo cosas que pensé que nunca
jamás volvería a ver en mi ciudad ni en mi calle.
Con un paro juvenil que supera el 50%, con millones de
chavales que ni pueden trabajar ni, ahora, pueden estudiar, con las calles
llenas de comercios con las persianas echadas, con las obras paradas, con las
fábricas y talleres mandando a la calle a sus empleados, porque no tienen
trabajo para poder pagarles... con todo ello, hacía falta un golpe de efecto,
una nube de colores, como la que utilizan los malos magos para esconder sus
burdas manipulaciones.
Pues ¡alehop! ya tenemos humo coloreado para unos cuantos
días o quién sabe si semanas, porque los ministros más denigrados del Gobierno,
José Ignacio Wert y Fátima Báñez, acaban de parir, una vez más sin apenas
contenido, sin fechas y sin presupuestos para regular en España, ojala a imagen
y semejanza de la alemana, la formación profesional dual y, de paso, un nuevo
contrato de formación y aprendizaje.
La formación dual, que en países como Alemania, en los que
existe una industria potente con una tradición en formación -remunerada, por
cierto, y que aquí se perdió hace mucho- ha funcionado. Pero no en todos los
sectores, porque, por ejemplo, los sindicatos alemanes denuncian abusos en la
hostelería, tan extendida en España. Por eso mucho me temo que, el nuevo
contrato y la nueva formación van a convertirse en un nuevo coladero de
creadores de empleo más que precario, sin derecho a Seguridad Social y, ojo,
con un horizonte que, para quienes tengan que acogerse a él llega hasta los
treinta años. Sí, habéis leído bien, sin Seguridad Social hasta los treinta
años, explotados por empresarios sin escrúpulos que, como vienen haciendo
ahora, agotarán los plazos hasta el máximo, ante los ojos y con las bendiciones
del Gobierno, subvencionados y mantenidos, eso sí por los padres, si es que
conservan su empleo y no han sido sustituidos por sus hijos o por otros jóvenes
como sus hijos.
No sé cómo será en Alemania, pero aquí, con la patronal que
tenemos, se convertirá en una prebenda más para los poderosos frente a los más
débiles y desprotegidos. Lo peor de todo, es que cada vez tengo más claro que
todo obedece a una estrategia. Que nos están macerando, cociendo en nuestro
propio jugo, para luego hacer con nosotros lo que les venga en nada: se crea
una bolsa de jóvenes sin salida ni esperanza y se les ofrece esta alcantarilla
laboral para escapar, se nos engañó con los fondos de pensiones que muchos han tenido
que comerse ya, liquidado antes de tiempo, se deteriora hasta límites
inimaginables la enseñanza pública, para echarnos en manos de colegios en manos
de sectas integristas y retrógradas, se desmantela la sanidad pública, para
dejarla en pura beneficencia para quien no pueda pagarse un seguro privado y,
en fin, se nos roba dos veces en los bancos, una como particulares, con estafas
e hipotecas abusivas, y otra como ciudadanos miembros de un estado que está
pagando con dinero público la orgia de los de siempre.
Y termino de escribir esto, triste y cabreado, después de
saber de ese suicidio de una mujer de Barakaldo que se ha arrojado por el
balcón, ante los funcionarios del juzgado que iban a quietarle la casa. Sólo
espero que a nadie s ele ocurra cobrarle a su marido la limpieza del pavimento,
porque, capaces, son.
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