Desde hace dos décadas, desde que, con Zapatero aún en la
oposición, Juan Alberto Belloch se dejó embaucar por el PP y le entregó el
control de la Justicia, nunca el Partido Popular había renunciado al mismo, por
lo que resultaba cuando menos extraño que lo hubiese hecho ahora, más con una cita
tan importante como el juicio a los actores independentistas del
"procés" a la vista. Hoy, de madrugada, hemos sabido por fin que todo
era un farol aviesamente jugado por los populares, que de controlar el poder
sabe mucho, aunque de emplearlo en favor de la gente poco o nada.
El inverosímil acuerdo alcanzado por el exministro Catalá y
la ministra Delgado chocó a propios y extraños. Tanto, que para justificarlo en
nuestras cabezas cada uno jugamos a inventar las ventajas que uno y otro
sacaban de él. Los que nos consideramos progresistas llegamos a pensar que la
única ventaja que encerraba darle de nuevo la presidencia del Consejo General
del Poder Judicial y, de paso, la del Supremo en la figura del hoy presidente
de la Sala Segunda de ese tribunal era, precisamente, la de sacarle de esa sala
y de la presidencia del juicio a los protagonistas del "procés". Hoy,
con la renuncia de Marchena a presidir el Supremo, como habían anunciado ya PP
y PSOE, incluso antes de haber sido designados los vocales que deberían
elegirle, todo ha saltado por los aires, porque, no esa presidencia, sino,
sobre todo, su salida de la sala que juzgará a los políticos catalanes era lo
único bueno que parecía sacar el progresismo de la arriesgada jugada.
Dice Marchena, en el comunicado en el que explica su
renuncia, que no acepta el cargo porque se ha puesto en duda su independencia,
supongo que, especialmente, después de que el portavoz del PP en el Senado,
Ignacio Cosidó, ex director general de la Policía en los negros tiempos de
Fernández Díaz, dejase por escrito en un whatsapps a sus senadores que, pese al
pacto con los socialistas, seguían controlando "por detrás" la sala
segunda y la 61 del Supremo, una situación demasiado incómoda para un prestigioso
magistrado como él.
Lo dice Marchena y le cree Pedro Sánchez, que ahora se
enfrenta al bloqueo a la renovación del Consejo General del Poder Judicial que.
tras la renuncia del magistrado, el PP ya se ha apresurado a anunciar, al
mantenimiento del mismo presidente del Tribunal Supremo que estuvo detrás,
directa o indirectamente, de la bochornosa decisión, con freno y marcha atrás,
sobre el pago del impuesto ligado al registro de las hipotecas.
Evidentemente, la máxima aspiración de un juez de la talla de Manuel Marchena debería ser la de presidir el CGPJ y, pensando y repensando sobre la inesperada renuncia de quien
seguirá presidiendo la Sala Segunda, el tribunal que juzgue a Junqueras y sus cada vez más
divididos compañeros, he llegado a la conclusión que, contando con que Manuel Marchena
sea sincero y su prestigio crezca con su decisión de no sumarse al "juego
de las togas", quien más se beneficia de esta jugada maestra es, sin
duda, el PP que mantiene las riendas dela más alta justicia para lo que quiera
disponer, que nunca o casi nunca es lo que quienes reclaman justicia desde
abajo quieren.
1 comentario:
Ciertamente favorece al PP ...
Saludos
Mark de Zabaleta
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