Nos habíamos olvidado, al menos yo me había olvidado, de lo
cómicos que llegan a ser los políticos en campaña. Además, las ocurrencias que
alguien, quizá ellos mismos, les escriben, son tan forzadas, tan alambicadas,
llenas de imágenes tan fuertes y frases tan ripiosas, que, repetidas una y otra
vez, en una y otra plaza, acaban por perder fuerza y la fuerza perdida acaba
tornándose en ridículo.
Por si lo anterior fuera poco, como en los malos shows
cómicos televisivo, que los guionistas se plagian a sí mismos y
"tiran" de su propio archivo de "gags", repitiendo los
mismos chistes en los mismos mítines, llevando al sonrojo a quienes, como a mí,
nos pille, como ahora, fuera del fragor de la campaña, la batalla verbal, en
que se dicen.
Ayer, por seguir con los símiles televisivos, Pablo Casado
se encargó de meternos en su particular "túnel del tiempo",
llevándonos a aquellas manifestaciones frente a "la verja" de
Gibraltar, como en los tiempos de Franco, en los que Blas Piñar y sus corifeos
reclamaban la soberanía del Peñón en cuanto al "caudillo" algo se le
torcía, leánse huelgas, devaluaciones o cualquier otro revés para esa imagen de
abuelito pacificador que el franquismo se empeñó en dar del dictador.
Ese es el chiste de ayer que, quizá por proximidad, tocaba
ayer, pero sin olvidar los "gags" repartidos por él mismo o por ese
aprendiz de señorito que el PP presenta en las andaluzas, un candidato
joker para Casado, porque, con el mismo programa, con el mismo tono y con los
mismos lugares comunes, perderá se dará la hostia, que diría Rita Maestre, él
solo, si pierde, o mejorará los resultados, si es que milagrosamente los
mejora, gracias al impulso y la frescura de Pablo Casado, que, pese a lo que
diga, sabe que se la juega y, por ello, se ha empeñado en cuarenta y cinco
bolos en distintas plazas y en tan sólo once días, como si de un cómico
en racha, poli divorciado, cosas del poli amor, y necesitado por tanto de hacer
caja se tratase.
Son esos los gags más zafios, los que todo el mundo ríe y
todo el mundo critica, esos que hablan de chóferes buscando coca para el jefe
socialista o de putas, no en volquete como entre los suyos, sino en algún
"puticlús" local. Esos gags que arrancan carcajadas y aplausos al
público convencido, pero que, como en la vida real, las campañas electorales
sin por definición un género de ficción, merecen, no siempre con razón, los
reproches y las querellas de los ofendidos.
En fin, paciencia, porque aún nos quedan doce días de
campaña, doce días en los que los cómicos de la política representarán hasta la
extenuación sus numeritos aquí y allá, durmiendo unas pocas horas en hoteles
siempre fríos, siempre desangelados, o dormitando en el coche después de
estrechar manos por cientos y sonreír hipócritamente a gente a la que quizá
nunca vuelva a ver y en la que, casi seguro, no volverá a pensar fuera de campaña.
Hablo de Casado, pero lo hacen todos o al menos eso es lo
que nos cuentan los telediarios, en cuanto a las cosas serias, el paro, la
enseñanza, la sanidad, las carreteras o el tren para los extremeños, quién los
quiere en el "club de la comedia".
1 comentario:
Gran artículo ...
Saludos
Mark de Zabaleta
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