lunes, 19 de noviembre de 2018

EL CLUB DE LOS POLÍTICOS


Nos habíamos olvidado, al menos yo me había olvidado, de lo cómicos que llegan a ser los políticos en campaña. Además, las ocurrencias que alguien, quizá ellos mismos, les escriben, son tan forzadas, tan alambicadas, llenas de imágenes tan fuertes y frases tan ripiosas, que, repetidas una y otra vez, en una y otra plaza, acaban por perder fuerza y la fuerza perdida acaba tornándose en ridículo. 
Por si lo anterior fuera poco, como en los malos shows cómicos televisivo, que los guionistas se plagian a sí mismos y "tiran" de su propio archivo de "gags", repitiendo los mismos chistes en los mismos mítines, llevando al sonrojo a quienes, como a mí, nos pille, como ahora, fuera del fragor de la campaña, la batalla verbal, en que se dicen.
Ayer, por seguir con los símiles televisivos, Pablo Casado se encargó de meternos en su particular "túnel del tiempo", llevándonos a aquellas manifestaciones frente a "la verja" de Gibraltar, como en los tiempos de Franco, en los que Blas Piñar y sus corifeos reclamaban la soberanía del Peñón en cuanto al "caudillo" algo se le torcía, leánse huelgas, devaluaciones o cualquier otro revés para esa imagen de abuelito pacificador que el franquismo se empeñó en dar del dictador.
Ese es el chiste de ayer que, quizá por proximidad, tocaba ayer, pero sin olvidar los "gags" repartidos por él mismo o por ese aprendiz de señorito que  el PP presenta en las andaluzas, un candidato joker para Casado, porque, con el mismo programa, con el mismo tono y con los mismos lugares comunes, perderá se dará la hostia, que diría Rita Maestre, él solo, si pierde, o mejorará los resultados, si es que milagrosamente los mejora, gracias al impulso y la frescura de Pablo Casado, que, pese a lo que diga, sabe que se la juega y, por ello, se ha empeñado en cuarenta y cinco bolos en distintas plazas y en tan sólo once días,  como si de un cómico en racha, poli divorciado, cosas del poli amor, y necesitado por tanto de hacer caja se tratase.
Son esos los gags más zafios, los que todo el mundo ríe y todo el mundo critica, esos que hablan de chóferes buscando coca para el jefe socialista o de putas, no en volquete como entre los suyos, sino en algún "puticlús" local. Esos gags que arrancan carcajadas y aplausos al público convencido, pero que, como en la vida real, las campañas electorales sin por definición un género de ficción, merecen, no siempre con razón, los reproches y las querellas de los ofendidos.
En fin, paciencia, porque aún nos quedan doce días de campaña, doce días en los que los cómicos de la política representarán hasta la extenuación sus numeritos aquí y allá, durmiendo unas pocas horas en hoteles siempre fríos, siempre desangelados, o dormitando en el coche después de estrechar manos por cientos y sonreír hipócritamente a gente a la que quizá nunca vuelva a ver y en la que, casi seguro, no volverá a pensar fuera de campaña. 
Hablo de Casado, pero lo hacen todos o al menos eso es lo que nos cuentan los telediarios, en cuanto a las cosas serias, el paro, la enseñanza, la sanidad, las carreteras o el tren para los extremeños, quién los quiere en el "club de la comedia".


1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Gran artículo ...

Saludos
Mark de Zabaleta