lunes, 28 de enero de 2019

LA SOLEDAD DEL MÁNAGER


A estas alturas de la tremenda crisis que sufre podemos, lo único que tengo meridianamente claro es que Pablo Iglesias no concibe ni ha concebido nunca un Podemos al frente de cuya dirección no esté él mismo. Cuando un niño da el estirón, como el que dio Podemos en aquellas aún cercanas y, sin embargo, ya tan lejanas elecciones de 2016, las primeras, lo más importante es cuidar su alimentación y proporcionarle las vitaminas necesarias para consolidar el crecimiento y ejercitar apropiadamente esos largos huesos y esos músculos incipiente que asoman en todo adolescente, desgarbado y lleno de carencias.
Esas carencias, que no se han cubierto adecuadamente en Podemos, se combaten con las vitaminas de la libertad, la autocrítica y el ejercicio apropiado para transformar la acumulación de tanta burocracia adiposa en fibra democrática. A Podemos le ha podido el impulso juvenil y este impulso poco o nada dosificado le ha llevado a lesiones dolorosas y, sobre todo, inhabilitantes. Porque, no nos engañemos. Podemos ha pasado demasiado tiempo en el banquillo o calentando en la banda, porque ha pretendido convertirse en el delantero goleador de la izquierda, descuidando gravemente la necesaria defensa.
Iglesias lleva demasiado tiempo engañándose a sí mismo, una mentira que ya Nietzsche, como hoy mi amigo Luis recordaba, dejo escrito que es la más universal de las mentiras y, la más dañina, me atrevo a añadir. Tanto se ha mentido, tanto se ha engañado, que, creo, ha perdido el sentido de la realidad y, sobre todo, el contacto con los otros, y cuando digo otros, me refiero a esos todos esos "no inscritos" de los que siempre se olvida y que, sin embargo, son los que, más allá de las listas, más allá de las lealtades shakespearianas o de "Juago de Tronos", como prefiera, ponen y quitan, dan o niegan diputados. 
Hace unos minutos, Irene Montero, la compañera de Iglesias, la madre de sus hijos ha despejado una inquietante duda que, a quienes queremos gobiernos progresistas en la Comunidad de Madrid y en el ayuntamiento de la capital, al menos a mí, nos preocupaba: finalmente, no habrá lista alternativa a la candidatura de Más Madrid que encabeza Manuela Carmena. No me cabe la menor duda de que una lista encabezada por el JEMAD Julio Rodríguez, el general que encabezó la cúpula de las Fuerzas Armadas en tiempos de Zapatero, obtendría un voto residual, probablemente inferior al 5%, que se perdería, reforzando el peso del centro derecha tras cuatro años de buen gobierno de la izquierda en Madrid.
Habrá que esperar para ver cómo consigue Podemos salir del lodazal en el que el egocentrismo de Iglesias le ha metido. El líder nacional pretendía imponer al partido en Madrid la presentación de una lista alternativa a la que presente Errejón, cuando la mayoría de los dirigentes madrileños estaban por la integración en una lista  ganadora o casi, siempre abierta a alianzas que, sumada a la que Ángel Gabilondo encabezará por el PSOE, podría recuperar, sin la perniciosa atomización del voto de la izquierda, el gobierno de la Comunidad de Madrid para el progresismo por primera vez desde que, hace un cuarto de siglo lo perdiera Joaquín Leguina. De momento, en dos días, habrá una reunión extraordinaria del Consejo de Podemos, reunión más que necesaria, desde que el viernes dimitiese Ramón Espinar, cansado quizá de ser el brazo ejecutor de Iglesias en Madrid, al tiempo que muchos de los principales dirigentes del partido se reuniesen en Toledo a la búsqueda de una solución capaz de integrar a la izquierda.
Me entero de que la actual dirección de Podemos, no sé si Iglesias o la gestora que se hará cargo del partido en Madrid, propne a Errejón integrarse junto a Podemos en una plataforma unitaria en la que también esté el partido de Iglesias "a cambio" de no presentar lista al ayuntamiento de Madrid, lo que demuestra que Pablo Iglesias y quienes aún le apoyan no han entendido que lo de Errejón no es un partido sino una plataforma en la que se les ofreció integrarse. Algo que no quieren entender, porque no les interesa entenderlo, ya que, así, restarían protagonismo a su promotor y, de paso, les permitiría "trastear" en las listas.
Parece que Pablo Iglesias ha alcanzado, ojalá se haya dado cuenta o alguien que le quiera se lo haga ver, su máximo nivel de incompetencia. Parece que está a punto de comprobar que la unanimidad más perfecta es la que consigue uno con uno mismo, la que, desgraciadamente, va acompañada de la soledad más completa, la soledad, gracias Manolo por tan sonoro título, del mánager.

2 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

Muy bien tratado ...

Saludos
Mark de Zabaleta

Unknown dijo...

Tal cual.