Lleva Ciudadanos más de un mes, desde que renunció a la
presidencia de la Junta de Andalucía para su candidato Juan Marín,
desmarcándose del inevitable acuerdo entre PP y VOX que les permitiría ocupar
junto al PP el gobierno andaluz. No querían aparecer en la foto del acuerdo que
finamente se firmó ayer y se resistieron a aparecer en las conversaciones entre
PP y VOX para maquillar un pacto acordado desde el primer momento, porque era
la única fórmula que posibilitaría arrebatar la Junta a Susana Díaz y evitar
así unas segundas elecciones.
Ciudadanos no estuvo en la foto, pero su ectoplasma se ha
filtrado en toso los encuentros, entre otras cosas, porque en ninguna cabeza
cabe que los negociadores por parte del PP ignorasen que el botín final era a
repartir con el partido de Rivera, el gran ausente de esta comedia.
Ahora viene lo más difícil, el día a día de gobernar con el
aliento de los ultraderechistas de Abascal en la nuca, porque, por más que se
empeñen, VOX, en racha y en un año electoral como pocos, no va a resignarse a
aparecer como el tonto útil que facilitó el gobierno y va a hacer valer el
fantasma de una moción de censura siempre que quiera imponer sus criterios al
PP, algo que le va a resultar muy fácil, y a Ciudadanos que, a regañadientes
tendrá que tragar para mantener el primer gobierno en el que participa en
España.
Ciudadanos parece querer ignorar su presencia en las
negociaciones secretas de Madrid, pero su olor, como el de un amante
clandestino, estaba allí. Tan presente, a su pesar, como la pulserita
rojigualda de uno de los interlocutores de VOX. Ellos sabrán como van a
explicar en Madrid, Bilbao o Barcelona lo que ha pasado, pero es fácil imaginar
lo pesado de la carga que tendrán que arrastrar, paseando por mítines y ruedas
de prensa tosas sus vergüenzas.
Nos quieren engañar, haciéndonos creer que no tienen nada
que ver con la emergente ultraderecha, pero sus actitudes frente al machismo,
si no ante la violencia de género, frente a la enseñanza y en la economía no
son muy distantes, eso por no hablar de la inmigración. Son más civilizados en
el modo de expresarlos, pero los postulados se acercan más de lo que cabría
esperar, especialmente porque Ciudadanos, como antes UP yD, encontraron en los
padres mal divorciados, como su diputado Toni Cantó, un caladero en el que
pescar nuevos votos, un caladero en el que ha entrado con codicia VOX con sus
artes de arrastre.
Habrá que estar atentos para ver en qué manera afronta la
gente de Rivera, la derecha más o menos civilizada del siglo XXI, su vecindad
con "los de a caballo", personajes de pasado oscuro, maestros, con la
asesoría del neocon Steve Bannon, asesor que fue de Donald Trump, en el arte de
buscar gente cabreada e insatisfecha, supremacistas en asuntos de raza y de
sexo, gente que antepone lo que cree que son sus derechos naturales,
directamente emanados del "creador", a los de todos los demás, sean inmigrantes,
niños o mujeres.
Tienen más que ver con VOX de lo que piensan y corren el
peligro de que, ahora, se les vea definitivamente el "plumero" que
esconden. Ahora que tendrán que compartir mesa y mantel con las dos derechas que
se presentan como tales en España, la del PP, en franca descomposición, con las dudas
y el debate sobre el liderazgo de Casado abierto ya en sus filas y la derecha
de momento emergente del partido de Abascal, incompatible con Europa, todo un
lastre para sus aspiraciones más allá de Andalucía.
Juan Marín, su candidato se hipotecó en plana campaña,
poniendo puertas al campo del día después de las elecciones, comprometiéndose a
no negociar con el PSOE, su socio en la anterior legislatura, y, con ello no ha
conseguido otra cosa que tatuar en su espalda un corazón de enamorado, transido
por las flechas del PP, pero también por las de VOX.
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