No seré yo quien critique la decisión de Sánchez de proponer
al exseleccionador nacional de baloncesto Pepu Hernández como candidato,
posible candidato de momento, a la alcaldía de Madrid por el PSOE. De cualquier
modo, Pedro Sánchez bien lo sabe, la última palabra la tendrán las bases del
partido, ante las que, en las correspondientes primarias, a las que debería
presentarse.
Espero que llevar famosos a las listas electorales no se
convierta en moda, también que Pepu lleve a la carrera electoral algo más que
las medallas de oro y plata conseguida en el mundial de 2016 y el europeo del
año siguiente, espero, para bien del PSOE y de los madrileños que Hernández
tenga más consistencia política y, sobre todo, social de la que tuvo Ruth
Beitia, la candidata del Partido Popular a la presidencia de Cantabria
designada por Casado, que apenas duró una entrevista radiofónica, aquella en la
que chuscamente equiparó a hombres, mujeres y animales maltratados.
No parece que ese vaya a ser el destino del brillante
seleccionador, aunque no siempre el nombre y las simpatías políticas basten
para ganar unas elecciones y, sobre todo, hacer una buena gestión u una buena
oposición si llega el caso, aunque lo va a tener muy crudo, porque el
territorio que debería conquistar, el ocupado hasta ahora por los socialistas
en el Palacio de Cibeles, está, y no sabéis como lo siento, prácticamente
arrasado, después de aquella nefasta campaña en la que el locuaz y petulante
José Miguel Carmona prometió batallas navales, naumaquias, en el estanque del
Retiro.
No lo va a tener fácil Hernández entre sus compañeros
socialistas en el ayuntamiento, porque pocas federaciones socialistas más
divididas, más conflictivas, que la madrileña en el PSOE, a la greña desde hace
décadas ya en tiempos del alcalde Tierno y su sucesor Barranco. No lo va a
tener fácil, pero, al tiempo, el viejo amigo de Sánchez quizá sea la única
esperanza para unas siglas que, hasta ayer registraba encefalograma plano en la
pugna política madrileña. Me cuesta imaginar a Carmena y Hernández compitiendo
entre sí, ojalá no tuviesen que hacerlo, sobre todo, teniendo en cuanta que,
además, tendrán que hacerlo con el actual portavoz popular en el ayuntamiento y
con la estrella ciudadana Begoña Villacis.
De lo que no soy capaz es de predecir si la elección de tan
sorpresivo candidato va a ser buena para el partido o no. Ángel Gabilondo lo
fue, pero Gabilondo venía de ser un prestigioso rector que llegó a presidir la
conferencia de rectores antes de ser ministro de Educación, quizá el mejor
de los últimos tiempos, capaz de la firmeza y el diálogo simultáneamente, que a
punto estuvo de hacerse con la presidencia de la Comunidad de Madrid.
No es bueno y no es necesario que las listas se llenen de
militantes con currículos llenos de méritos internos, acreditados por el
pedigrí de alguna de las familias peleadas que hay en todo partido. En ese
caso, es mejor alguien sin pasado en el partido, capaz de "hacer
equipo" y despertar la ilusión, aunque aún tiene todo por demostrar y
quizá por aprender en la política. De momento, Pedro Sánchez se ha apuntado ya
un tanto, porque todos estamos hablando de su candidato a candidato y, a veces,
el ruido es el mejor aliado en política.
Por último y tal y como vamos, me comprometo a leer más la
prensa deportiva, especialmente las páginas dedicadas al baloncesto, prefiero
decir baloncesto a decir básquet, porque, al paso que vamos, los deportistas de
hoy son los cargos políticos. En apenas un mes, nada menos que dos seleccionadores
nacionales de este deporte se han convertido en consejero de la Junta de
Andalucía, Juan José Imbroda, y candidato a la alcaldía de Madrid el otro, Pepu
Hernández, han acabado por ser, a su vez, seleccionados para ejercer cargos en
la política.
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