De todos es sabido que, si algo tiene la política, es que
nada como la política para hacer extraños compañeros de viaje. Todos recordamos
o deberíamos recordar la foto de Julio Anguita, tan exquisito guardián de las
esencias de la izquierda él , tomando café con Aznar en el Congreso
mientras ponían apunto la pinza con la que consiguieron debilitar a
Felipe González hasta que, meses después, las urnas acabaron
desalojándole de La Moncloa, para dar paso a quien, con su ley del suelo, sentó
las bases de la desastrosa burbuja inmobiliaria que reventó el mercado y nos
dejó mucho más indefensos ante la crisis de la que aún no hemos salido.
En aquella ocasión, Anguita fue el "tonto útil"
extendió la alfombra roja para la llegada de la derecha al poder y no sólo eso,
porque con su esquizofrénico mesianismo también sentó las bases de lo que
acabaría siendo la debacle de la izquierda, dejando Izquierda Unida ensimismada
y desorientada, como vaca sin cencerro, lo mismo que al electorado progresista
que perdió un proyecto al que dirigir sus votos, en unos años que fueron claves
para la defensa del estado de bienestar que el PP tardó poco en comenzar a
desmontar, alentando el egoísmo de unos y la codicia de otros.
Si hoy escribo esto, el día en que da comienzo el
pleno de investidura que, por primera vez en casi cuarenta años, hará
presidente de Andalucía a un candidato de la derecha, es porque conocemos cada
vez más detalles de la sorprendente financiación que, en 2014, hizo una
organización de la resistencia iraní, marxista e islamista a un
tiempo, directamente relacionada con los Muyahidines del Pueblo, al parecer su
brazo armado, que estuvo incluida hasta hace unos pocos años en la lista de
organizaciones terroristas internacionales, al candidato de VOX a las elecciones
al parlamento Europeo.
Aleix Vidal Quadras, entonces en el partido que mañana
facilitará la presidencia de Moreno Bonilla recibió 800.000 euros de quienes,
simplificando, serían la Batasuna de los Muyahidines del Pueblo iraníes.
Recibió ese dinero para influir a favor de la resistencia iraní en el
Parlamento Europeo, en el que finalmente obtuvo escaño y lo curioso es que ese
donativo de una organización ligada a un grupo no sólo islamista sino, además,
comunista, que dirían ellos, era conocido y suponemos que admitido por Santiago
Abascal, que ayer quiso quitarse de encima "el marrón", entre trago y
trago de agua, diciendo que el Tribunal de Cuentas estaba al tanto del mismo,
puesto que según él, había aprobado las cuentas de VOX, algo que el tribunal
negó ayer mismo.
Qué curioso que el partido cuyo himno podría haber escrito
sin saberlo Rafael Alberti, "A cabalgar, a cabalgar, hasta enterrarlos en
el mar.…", el que quiere la expulsión inmediata de cincuenta y dos mil
inmigrantes sin papeles de Andalucía, el que rechaza la cultura y las
religiones de otros, el presume de un anticomunismo feroz, hiciera caja hace
cinco años con el suculento donativo de un grupo de resistentes iraníes
asociado a una organización militar marxista e islamista. La única explicación
soy capaz de encontrar con mi torpe cabeza es que los muyahidines, responsables
del asesinato de varios ingenieros iraníes relacionados con su programa nuclear,
tuviesen alguna relación con el gobierno de Israel, enemigo irredento de Irán,
que aparece ligado a la ultraderecha emergente en Europa, Estados Unidos y
Brasil, lo que, de no estar yo en un error, añadiría un nuevo elemento a la
contradictoria ecuación de las ayudas a VOX.
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