jueves, 4 de octubre de 2018

EL NEGRO FUTURO DE RATO


Cuando hace unos años me vi preso en la trampa de las preferentes tuve claro que, para mí, iba a ser tan importante como recuperar el dinero que me habían estafado, incluso más, que los responsables de ese saqueo a gente como yo o más necesitada que yo, a quienes les habían quitado los ahorros de toda una vida, acabasen pagando por lo que hicieron. Me quedé con las ganas de que los empleados que, como en mi caso traicionasen la confianza de sus clientes de toda la vida, que no todos, pero sí la mayoría sabían lo que hacían, pero, a cambio, se está cumpliendo aquel deseo que expresé al director de mi sucursal de Cajamadrid, ya Bankia, de que Blesa y, especialmente Rato, acabasen en la cárcel. 
De sobra sé que la condena que ayer ratificó el supremo al autor del "milagro" económico de Aznar, a quien traicionó el apoyo de los partidos mayoritarios del Congreso, haciendo un mutis por el foro aún por explicar en el FMI, no tiene que ver con las preferentes, aunque sí corrobora el descaro con el que Rato y sus vocales y consejeros se pagaban los caprichos a costa de los accionistas y clientes de una entidad que ya estaba en el sumidero.
A Rato aún le queda mucho por pasar. Le queda por pasar todo eso que Miguel Blesa su antecesor y, como él, amigo de Aznar, borró de su mente y su futuro con una escopeta de caza. Le queda mucho por pasar y os aseguro que, pensando en toda esa gente que se ha muerto sin poder disfrutar de sus ahorros o dejárselos a sus hijos, no siento la más mínima pena por él, por este personaje tan altivo y soberbio, al que, como a Trump, nada le ha costado lo que ha sido, porque no ha sido más que un afortunado heredero que, en un momento dado, opté por la política y cuyo pasado, el de su fortuna, está como el del fantoche que ocupa la Casa Blanca, está lleno de irregularidades, irregularidades que llevaron a su padre y a su hermano a prisión, directamente desde la boda de unos amigos, en tiempos del dictador Franco, que saldrá del Valle de los Caídos coincidiendo en el tiempo con su entrada en prisión.
Recuerdo a Rodrigo Rato en los pasillos del Congreso, en los tiempos en que Felipe González estaba en la Moncloa y recuerdo que no me gustó ni me gustó la gente que por entonces le rodeaba y le reía las bromas. Supongo que ahora los echará de menos, porque esas amistades, esa gente que te ríe las ocurrencias, te sonríe y presume de conocerte, desaparece de tu lado en cuanto caes en desgracia y la de Rato es una desgracia muy profunda. Se me hace difícil imaginarle en le prisión, en medio de la terrible rutina de días todos iguales, con la cantidad de dinero que puede manejar limitada, esperando una comunicación o una llamada a juicio o a declarar para salir de los muros de la prisión. Le va a ser muy duro y muy difícil de soportar.
A lo mejor, a él, acostumbrado al buen corte de los trajes, a los tejidos ingleses le va a costar hacerse al chándal y a ver reducido su hábitat a unos pocos metros cuadrados, un patio y unos espacios comunes. Supongo que leerá y quizá escuche la radio, para comprobar cómo, poco a poco, su nombre se ira borrando como se borraría escrito en la arena de una playa. Y será duro, muy duro, como ya lo fue soportar esa mano del policía en la nuca, un gesto protocolizado en el traslado de detenidos y que tiene como fin impedir que el conducido se golpee la cabeza al entrar en el coche.
Supongo que, como ocurre con todo aquel que ha tenido poder, dinero o influencia, al entrar en la prisión se verá rodeado de gente dispuesta a enseñarle a vivir en ella, a "protegerle" y, quizá lo más importante, a darle conversación, a sentirse persona.
De momento, a Rato le esperan unos cuantos meses, quizá un año o más por cumplir y digo "de momento", porque aún le quedan juicios por pasar y las penas que le piden en ellos son aún más duras. Sólo espero que en el tiempo que pase en prisión no tenga que coincidir con ningún afectado por alguno de los desmanes que propició en Bankia. Allí dentro, mucha gente pierde la esperanza y el norte y quien lo da todo por perdido es capaz de cualquier cosa. 
Me temo que Rato, el del bañador amarillo, tiene el futuro muy negro.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Interesante ...

Saludos
Mark de Zabaleta