jueves, 18 de octubre de 2018

EL DESCONCIERTO DEL PP



Supongo que, como yo, alguna vez os habréis preguntado por qué un premio, literario o de cualquier tipo, se daba a un candidato, desconocido o no, y no a los favoritos. Yo que durante un tiempo tuve contacto con la cultura y los premios y que me preocupé por entender ese misterio, acabé llegando a la conclusión de que, si se lo daban a ese inesperado ganador, era sólo para no dárselo a los otros favoritos igualados en apoyos y, de ese modo, acabar con un empate imposible de resolver. Dicho de otro modo, se le da al ganador no por tener más apoyos, sino por despertar menos aversiones.
Eso, que suele pasar en los cónclaves vaticanos a la hora de elegir papa, es más o menos exactamente, y vestido de primarias, lo que ocurrió en el Partido Popular a la hora de elegir a Pablo Casado como presidente: no era el mejor como lo está demostrando cada día, pero consiguió aunar sus apoyos con los de Cospedal, frente a la evidente aversión de muchos de los compromisarios a Soraya Sáenz de Santamaría.
Sólo bajo esa premisa se puede entender el desastre, bendito sea, que está ocasionando en el PP y su unidad la elección de un bocachancla como Casado y la "acertada" elección que ha hecho a la hora de nombra colaboradores, porque, pasada la sorpresa inicial y amortizada la frescura que su juventud parecía aportar tras la salida de Rajoy, es evidente que el PP anda como pollo sin cabeza, moviéndose de un lado a otro, desesperadamente y sin sentido. Escuchando al presidente del PP, que acapara la práctica totalidad del discurso del partido, es evidente que éste está lleno de incongruencias y, lo que es peor, de tópicos trasnochados y de falsedades fácilmente rebatibles.
Sin embargo y siendo esto bastante malo, no es lo peor, porque el nombramiento de la exministra de Sanidad, de breve, nefasta para todos y fructífera para ella misma gestión, Dolors Mobtserrat, ha sido un tiro en el pie para el partido, un tiro disparado por quien, acostumbrado a hacer y recibir favores, la nombro portavoz parlamentaria a la única ministra de Rajoy que le apoyó en las primarias, dando de lado a Rafael Hernando, parlamentario con sobrada experiencia y colmillo retorcido que, ayer, en el primer intento de la diputada Montserrat de vapuleo al gobierno socialista, no pudo sino bajar los ojos para que en él, histrión por naturaleza, no se evidenciase el bochorno por el que estaba pasando su grupo. 
Las andanadas de la exministra, entre el ridículo y la histeria, que creía mortales para el gobierno,  se convirtieron en eficaz munición contra ella misma que la vicepresidenta Calvo disparó con la eficacia y brevedad que se puede esperar de quien tiene delante un guiñapo desbaratado, al que sólo queda rematar con elegancia, de modo que lo que pretendía ser un castigo para Sánchez con las portadas y tiempo de telediario que espera quien toma la palabra para vapulear al contrario, acabó siendo el espantoso ridículo que todos pudimos ver.
Eso, unido al patinazo de Casado en Bruselas, que fue a por lana y salió trasquilado con el escaso o nulo apoyo de los suyos a su desleal oposición a los presupuestos socialdemócratas de socialistas y Podemos. Demasiada expectación, demasiados focos sobre una jugada más calculada que, al final se ha convertido en un rasgón en el tapete de la mesa de billar que debiera ser escenario de una política eficaz y calculada.
Mucho me temo que Casado y su PP están demasiado pendientes del reloj, conscientes como son de que la supervivencia de Sánchez al frente del Gobierno juega en su contra y de que cada día que pasa los colmillos de Ciudadanos que, en su tenaz persecución del PP, no ladra, pero muerde, están cada vez  más cerca de sus tobillos. Pero ya no es tiempo de rectificar, porque cesar a la exministra como portavoz de su grupo sería reconocer el error cometido y eso, en un partido acostumbrado a las maneras y a la exasperante calma de Rajoy, sería como ponerse la soga al cuello. Así que aguantará el chaparrón mediático que la ministra ha cosechado y, supongo, le pondrá un profesor de oratoria y un corrector de textos, para que el jocoso ridículo de ayer no vuelva a repetirse.
Comenzó diciendo Montserrat que las prostitutas están desconcertadas con este gobierno, las critica, elogia su eficacia o se va con ellas, cosiendo una imposible y atropellada colcha de retales, para, en su balbuceante descarga final, coser otra no menos imposible y más atropellada colcha con la que evidenciar, al menos eso pretendía, la descoordinación del ejecutivo. ¡"Habló de putas la Tacones", que reza un dicho castizo. Pidió coordinación la portavoz de una oposición que está cada vez más desconcertada que no sabe a dónde va ni, mucho menos, cómo llegar a su destino.

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