La verdad es que ha tenido que ser duro. Ha tenido que ser
muy duro para cualquiera de sus señorías levantarse hoy y mirarse al espejo
repitiendo "soy diputado, soy diputado, soy diputado...". Ha tenido
que ser duro, porque en algún momento al mantra le habrán crecido
interrogantes, le habrá nacido pena o le habrá asaltado la ira.
Habrá sido duro, porque ¿cómo puede uno decirse diputado,
representante del pueblo, salido del pueblo y elegido por el pueblo para
defender los intereses del pueblo, después de ver cómo se masacraba al pueblo
que mostraba su descontento por la desatención con que cada día tratan los
diputados cada día los problemas que afectan al pueblo?
Supongo también que más de un diputado, quién sabe si
muchos, hayan dormido esta noche más tranquilos sintiéndose seguros y
protegidos, aislados de ese pueblo "vociferante y violento" que ayer
pretendió forzar su legítima voluntad a la hora de votar. Podría, incluso,
haceros una lista. Pero también podría hacérosla de quienes se marcharon a casa
o al hotel avergonzados de verse sometidos a ese juego perverso de verse
aislados de sus electores. Porque, sin haberlo pretendido, la delegada del
Gobierno en Madrid, la que está casada con un señor al que busca la Justicia
para poder ejecutar una sentencia y no le encuentra, y el, hasta hace unos
minutos ministro, silencioso ministro del Interior, lo que han conseguido con
su despliegue es que en todo el mundo se vea que, en España, a menos de un año
de unas elecciones los representantes del pueblo se reúnen aislados y
protegidos del pueblo.
Me temo que, al final, el Congreso es como una oficina o una
fábrica, en la que lo que te da vueltas en la cabeza mientras acudes a ella se
esfuma con el primer chiste, la primera broma o el primer chascarrillo del
compañero. Supongo que más de uno comentará en la cafetería los incidentes de
ayer, vistos en la tele, porque tan aislados estaban ellos de pueblo que se
manifestaba, como el pueblo lo estaba de ellos.
Harían mal en no preocuparse, porque la de ayer, y los que
tenemos ya unos años lo sabemos, era una jornada de "alto riesgo" y,
sin embargo había miles de ciudadanos en la calle, muchos más de esos ridículos
seis mil que pretende haber "censado" la señora Cifuentes, la del
marido ausente. De ser así, mal hace el ministro en felicitar a "sus",
que no nuestros, policías. Porque, si, para controlar a seis mil ciudadanos,
los casi 1.500 policías, uno por cada cuatro manifestantes, tuvieron que causar
más de sesenta heridos, uno de ellos grave, más vale que le entreguen las competencias
de seguridad a SEUR o cualquier otra empresa privada.
No me gustó nada lo de ayer. No me gustó, porque se arriesgó
demasiado y porque la siguiente puede que sea más violenta e incontrolada.
Pero, por la experiencia que tengo, por la presencia de policías encapuchados e
infiltrados, supongo que es lo que pretende el gobierno: radicalizar y atomizar
un movimiento que, es evidente, tiene muchos partidarios tan pacíficos como
cabreados.
Insisto: más de un diputado hoy habrá tenido que repetirse
ante el espejo "soy diputado, soy diputado..." y ese diputado haría
bien en hacerse con la foto de uno o más de sus votantes, para colocarla en el
escaño, al lado de los botones de votar, para poderlas mirar a la hora de
votar, en lugar tener que mirar los dedos "señalero" de su grupo que
le "sugieren" el botón que debe pulsar.
Señores diputados. Es así de sencillo, el escaño no es suyo,
tampoco de su partido, el escaño es de los ciudadanos, también de los que ayer
estaban en la calle al otro lado de la valla.
Puedes leer más entradas de "A media
luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario