Ufano, con su “puraco” y rodeado de su tropa, aparece Rajoy
en la foto de Jonan Basterra por las calles de Nueva York. Y parece tan ajeno a
los problemas de España y sus ciudadanos como esa gran mayoría de "buenos
ciudadanos" que "se quedan en casa, no abren los periódicos ni ven
los telediarios". A veces pienso, y tengo derecho a hacerlo, que puede
fumar y pasear tranquilo porque él es de los que se quedan en casa, no leen los
periódicos ni ven los telediarios que su tropa no controla, añado.
Y hablando de su tropa, o bien el guionista que escribe el
papel de tan aburrido secundario no se ha esmerado esta vez o Rajoy, como los
malos actores, ha colado su morcilla sin pensar mucho en las consecuencias,
añadiendo a las virtudes de buen ciudadano la de vivir desinformado y de
espaldas a la realidad. No se puede ser más torpe. Nadie que se pretenda
demócrata puede escudarse en la masa amorfa y no pensante para justificar sus
lamentables acciones de gobierno.
Parece que a Rajoy le gusta el silencio de los corderos,
parece que le gustaría ser el pastor de un inmenso rebaño de cuarenta y siete
millones de ovejas resignadas que comen cuando el pastor les lleva al pasto y
se conforman con balidos lastimeros y resignados cuando les aleja de él. Es
más, le gustaría que los cuarenta y siete millones de ciudadanos tuviesen tan
poca información y tan poco cerebro, como esos corderos incapaces de distinguir
el campo o tan resignados como para dejarse conducir al matadero en silencio.
Lo de ayer fue un acto fallido. Con haber homenajeado a los
ciudadanos hogareños, los que se quedan en casa a ver Tele-5 y similares, los
toros o el fútbol, le hubiese bastado. Pero, como siempre, se creció y habló de
más, Dejó claro que le teme al ciudadano informado y con criterio. Si por el
fuese, los españoles deberían ser ganado que se cría en establos para, cada
cuatro años, ordeñarle el voto. Esa ha sido siempre la actitud de la derecha:
cuanta más incultura más maleabilidad y más docilidad. No hay más que ver los
presupuestos de este año, en los que el presupuesto para Cultura se reduce en
un 30%. Eso, después de que, en contra de la experiencia de los países a los
que nos queríamos parecer, al menos hasta hace unos meses, el IVA del cine, el
teatro y los conciertos se haya subido hasta el 21%. Claro que, viendo al
personaje que tenemos por ministro, todo encaja a la perfección.
Creo que Rajoy -él lo sabe y por eso calla siempre que
puede- es el peor enemigo de Rajoy. LO malo es que también lo es de España. No
hay más que recordar lo que dijo sobre la falta de ingresos del Estado y la
relación que estableció ante el Wall Street Journal entre el alza de la prima
de riesgo y el rescate, para ver que cuando habla sube el pan. Lo malo es que
el pan que sube es siempre el nuestro.
No sé si ha sido porque le ha fallado el riego por caminar
por Nueva York mirando a las alturas, pero lo cierto es que, en estos dos días
que ha pasado en medio de la gran manzana, le he encontrado más torpe que de
costumbre.
No os dejéis llevar al matadero, corderitos míos, balad
hasta quedaros sin aliento. Rajoy no lo sabe, pero también las ovejas cabreadas
se vuelven peligrosas.
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