Es lo que tiene haber nacido en buena cuna. Uno se cree que
todo y todos están a su servicio. Tanto que, según me contaron, en los años
sesenta, un "progre" de muy buena familia, sometido a arresto
domiciliario mandaba a por tabaco a los policías encargados de vigilarle. No sé
si la cosa es genética o resultado de haberse criado entre tatas,
institutrices, curas o monjas, lo cierto es que determinados hijos de dios lo
son más que otros y tienden a pensar que todo y todos son parte de la finca de
papá.
A este gobierno le pasa continuamente. Los ministros piensan
que todo lo que existe está para que puedan disponer de ello cómo y cuando
quieran. Lo hemos podido comprobar en las últimas horas con el uso abusivo y
sesgado de la ley y las fuerzas de orden público y, más aún, con ese intento
delirante y chusco de llevar ante la Audiencia Nacional a los detenidos tras
las cargas policiales del 25-S. Ningún jurista y, lo que es casi peor, todas
las asociaciones de jueces y fiscales lo consideraban un error, pero, aún así,
la Policía llevó a sus 34 detenidos allá donde se juzga el terrorismo, porque
existía un enorme interés en asimilar las protestas del martes con el
terrorismo. Pero o el juez Pedraz no estaba en nómina o no había recibido el
argumentario con las consignas del PP, porque no sólo no quiso hacerse cargo de
los detenidos, sino que, además, puso en ridículo a la Policía, tomando sus
propios atestados para tomar la decisión de ordenarles que se los llevasen a
otra parte.
La cosa no es moco de pavo, porque la decisión del
magistrado quiebra toda una estrategia policial e informativa, diseñada para
desprestigiar y, a ser posible, desactivar las protestas del 15-M y, ahora, del
25-S.
No, señor ministro, no, señora Cifuentes, los tribunales son
independientes, o deberían serlo, no acatan órdenes y no tienen por qué perder
su valioso tiempo, que pagamos todos, en resolver lo que ya venía resuelto de
comisaría, porque está claro que, si alguien tiene que entender de leyes, sobre
todo de las que afectan al orden público, deben ser Interior y la propia
Policía.
Resueltas ya las dudas sobre la Audiencia Nacional, que ha
demostrado con rapidez y con firmeza que no es un apéndice de Interior, vayamos
ahora con la Seguridad Social y las pensiones que, pese a las decisiones
tomadas ayer por el Gobierno, no son sólo suyas, sino de todos.
Digamos primero que la presunta subida de las pensiones
anunciada ayer tras el Consejo de Ministros es, en sí misma, una falacia,
porque hablan los ministros de una subida del 1%, pero no aclaran si se
revalorizarán con el IPC como había sido habitual hasta que Zapatero las
congeló a causa de la crisis en su último año de gobierno. Hace apenas unos
minutos acaba de hacerse público el dato del IPC y éste, a consecuencia de la
disparatada subida del IVA, está ya en el tres y medio interanual, con lo que,
si sólo se produce esa subida claramente electoralista del 1% y el IPC sigue
subiendo al mismo ritmo, los pensionistas perderán, perderemos, cerca de un
cuatro por ciento de nuestro poder adquisitivo, algo de lo que yo, que tengo
una buena pensión y soy solidario por convicción, pero que puede retraer hasta
la miseria la ya menguada economía de quienes cobran las más bajas. Pero,
claro, el PP se la juega de aquí a diciembre en tres convocatorias electorales
autonómicas y hay que repartir caramelos a ese colectivo de buenos españoles
que se quedan en casa y no saben ni opinan, aunque, para ello haya que echar
mano, por primera vez en la Historia, del fondo de reserva de la Seguridad
Social, algo así como comenzar a vender las joyas de la familia.
¿No sería mejor, digo yo, aunque yo mismo fuese uno de los
perjudicados, establecer subidas, congelaciones o bajadas de las pensiones, en
función de su cuantía? No para quienes, a toda costa, quieren seguir cazando en el
cortijo. Para ellos, de lo que se trata es de no espantar a los votantes que
aún les quedan y uno de los sectores menos agredidos, aunque también lo fueron
y engañados, es el de los pensionistas. Y lo digo, porque, para muchos, la subida
de sus pensiones, el año pasado, se la comió la otra subida, la del IRPF.
En resumen. Los señores del PP, ahora en el Gobierno, ven
España como un cortijo del que se toma o se deja lo que convenga, la Policía o
la caja de reserva de las pensiones que han de ser de nuestros hijos, si, con
ello, se mantienen al frente de la propiedad de la finca. Y, si no, la
malvenderán y a otra cosa.
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