Quienes somos o hemos sido padres de colegiales sabemos de
sobra lo duro que es tener que hurgar en los bolsillitos para que nuestros
hijos tengan esa caja de pinturas o esa mochila nueva, necesaria para no ser
distintos de sus compañeros. La falta de ayudas para la compra de libros y los
recortes en becas de comedor van a traer de nuevo a nuestras escuelas aquellas
escenas ya superadas de niños con bocadillo de fiambre barato o de sobras de la
cena de la noche anterior, frente a los niños con bocadillo de pan tierno,
jamón serrano del bueno o cualquier otro manjar. No digamos ya lo que va a
pasar cuando se organicen las primeras actividades extraescolares, a las que
quienes tienen a los padres en paro difícilmente van a poder apuntarse.
Va a ser duro. No la convivencia entre los alumnos que, al
fin y al cabo, niños como son, acabarán superándolo todo y estableciendo las
redes solidarias que permitirán superarlo. Va a ser duro, porque, después de
tantos años, los niños van a comprobar y vana a aprender que no todos ellos son
iguales, van a ver como los que tienen recursos en casa como para comer bien en
casa y pagar el comedor escolar o llevar un buen "tupper" al cole con
la rica comida de mamá y, también, el material escolar preciso para hacer
frente al curso.
Ya nada va a ser igual y no va a pasar mucho tiempo sin que
comiencen a manifestarse en los niños problemas de desnutrición, porque, no
debemos olvidarlo, para muchos escolares españoles, la que les daban en el
colegio era la única comida "decente" que hacían al día. Pero no sólo
eso, cualquier profesor o cualquier médico saben de sobra que una mala
alimentación, desequilibrada e irregular, influye sobremanera en el rendimiento
escolar. Los niños que no desayunan en condiciones, a veces los mimos que
tampoco han cenado en condiciones la noche anterior, tienen muchos más
problemas a la hora de atender en clase y comprender las explicaciones del profesor.
Y qué decir de todos esos niños que llegan de otro país, con
otra lengua, con otra cultura, con otros conocimientos, si los tienen, que, a
partir de ahora, no tendrán la ayuda de los profesores de apoyo, para poder
ponerse al nivel de sus compañeros de aula y, sobre todo, para no retrasar con
sus dificultades al resto de compañeros.
La presidenta de la Comunidad de Madrid lo tiene claro. Lo
tiene muy claro desde la más absoluta y cruel de las insolidaridades. A ella y
a los suyos no les va a ocurrir nunca eso de mandar a los niños al cole sin
desayunar, tampoco les van a faltar el compás y el cartabón con que aprender a
dibujar. Lo suyo es otra cosa. Sus nietos irán a esos carísimos y excluyentes
colegios, fábricas de élites, de los que sale y saldrá la clase dirigente de
este país. Es más, cuanto peor les vaya a los humildes, mejor les va a ir a
ellos. Así, la Universidad volverá a ser lo que siempre fue, el lugar donde,
además de culminar su formación, esas élites se relacionan entre sí, sin
incómodos testigos, para consolidar esa clase dirigente que perpetúe las
desigualdades y las injusticias que creíamos erradicadas de este país.
Creo que aún no somos conscientes de la dureza de lo que
acaba de comenzar. Creo que, conforme vayan pasando los meses, iremos
percibiendo todo eso que vamos a perder, los desequilibrios en unas aulas
saturadas, el cansancio de los profesores llevados al límite de su esfuerzo y,
sobre todo, el terrible daño que se le infringe al futuro de este país.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
1 comentario:
Reducir tres mil millones en la educación es una forma subrepticia de modificar el sistema educativo español: empeorando el público (más niños, menos profesores) y, así, aparentemente, fortaleciendo el privado. Craso error. El colegio privado no va a mejorar su calidad si no tiene competencia y el Gobierno se está preocupando de que así sea.
Es lo que tiene haber estudiado en privado: falta de visión de conjunto.
Un saludo.
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