Es lo que pasa por hacer mal las cuentas, por hacerlas con
las tijeras en una mano y el rosario en la otra. Es lo que pasa por creer que
un país se gobierna como se dirige una empresa. Es lo que pasa por llegar al
poder con poco más que una campaña electoral de siete años, los que pasó el PP
en la oposición, sumando mentira tras mentira, exageración tras exageración y
ofreciendo salidas irreales a problemas tan graves como el que tienen muchos
ciudadanos a la hora de poner la mesa cada día.
Las cuentas de las que salieron los presupuestos impuestos
por el Gobierno sin discusión posible, que para eso tienen como renta esa
mayoría absoluta que maldita la hora en que la obtuvieron y que estamos
pagando, se hicieron pensando en los escenarios más favorables posibles, me
temo que jugando, incluso, con intercesiones divinas, con golpes de suerte y
con la enorme simpatía del líder capaz de convencer al resto de gobiernos
europeos de su bondad y sus buenas intenciones.
Hicieron las cuentas como hacen sus deberes los niños que
son malos estudiantes, cumpliendo plazos, pero no objetivos y sin pensar que
cada planilla es un escalón para el objetivo final, algo que no tiene por qué
saber los niños, pero sí ellos. Hicieron las cuentas como hacen su cama los adolescentes,
cubriendo con la colcha esas sábanas arrugadas a las que habrán de enfrenarse
al acostarse. Así de mal hicieron las cuentas y así de mal les han salido.
Entraron como elefantes en cacharrería en los gobiernos
autonómicos que ganaron antes del 20-N, fecha teñida de azul que, espero,
ningún progresista vuelva a elegir para nada, y entraron poniéndolo todo patas
arriba, cerrando empresas públicas, despidiendo interinos, parando obras,
cerrando colegios y hospitales, negando becas y ayudas y todas esas salvajadas
que tan fácil es hacer desde un despacho y tan difícil de justificar en la
calle y ante las víctimas.
Tres cuartos de lo mismo han hecho en los ocho meses que
llevan en el gobierno. O quizá ha sido peor lo que han hecho desde Moncloa. Porque
la reforma laboral que parieron y aprobaron por su cuenta ha funcionado como
decapante que ha adelgazado las plantillas de las empresas a base de librarlas
de sus trabajadores con más experiencia, menos manejables y, claro, mucho más
caros, con la facilidad pasmosa y cruel que da tener un instrumento legal que
permite poner en la calle a trabajadores de más de cincuenta años, dándoles
apenas una limosna con la que sobrevivir un año sin ese trabajo que nunca más
volverán a encontrar. Y, todo eso, sin que las presuntas virtudes de animadora
del mercado laboral y estimuladoras de la creación de empleo se hayan
manifestado.
Ahora, cuando han comprobado que la realidad, al contrario
de lo que ocurre con la opinión pública, no lee la prensa amiga. La realidad no
se moldea a voluntad, por más que la legión de carísimos asesores que anidan en
los centros de poder se empeñen en edulcorarla, cuando descubren que, si las
empresas no venden, no hacen caja y, si no hacen caja no pagan impuestos,
cuando han caído en la cuenta de que, si no hay trabajadores cotizando,
difícilmente se va a poder pagar las pensiones, cuando el número de parados
crece y no hay expectativas de que cambie de tendencia, cuando lo que en el
programa electoral era un delirio de cifras optimistas sobre la creación de
empleo se ha disuelto en la frustrante realidad, como el azúcar se disuelve en
el agua caliente, ahora, las cuentas no salen, el ovillo está lleno de nudos y
no son capaces de encontrar el cabo del que tirar para deshacerlos.
Han hecho las cuentas de la lechera mientras pasaban las
cuentas de su rosario, confiando en la providencia y en credos abominables como
el neoliberalismo analfabeto de Esperanza Aguirre y sus invitados al te. Pero
la realidad se ha interpuesto en su camino y el cántaro se ha roto, eso sí,
sobre nuestras cabezas.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
1 comentario:
El paro sigue subiendo, la situación empeora. La mayoría absoluta amordaza al sentido común. Este año las matriculas para cursos intensivos de alemán se han multiplicado en relación con el año pasado. Los jóvenes tienen muy claro que su futuro, al menos el laboral, está fuera de las fronteras patrias. Esperemos que ellos no se encuentren con rancias Plazas de soberanía de islotes de tierra, gaviotas y sinrazón.
Un saludo.
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