miércoles, 29 de agosto de 2012

NO TODOS SOMOS IGUALES

 
 
Hoy me he despertado antes de tiempo y con una cierta inquietud. Cuando, como todas las mañanas, he medido el nivel de azúcar en mi sangre, he comprobado que estaba un poco por debajo de lo que debería ser normal. Afortunadamente, cuento con la "maquinita" y las "tiras" para poder hacer el test y la información suficiente para poder "recuperarme" del bajón, lo mismo que cuento con insulina para tratar mi diabetes y mis médicos me revisan periódicamente para ajustar mi dieta y mis hábitos a mi enfermedad e impedir así que la glucosa haga más estragos en mi organismo.
Aunque parezca duro, no lo es tanto. Toso es cuestión de saber en qué consiste mi enfermedad y obrar en consecuencia. No son tantas las limitaciones y, además, los sofisticados bolígrafos de insulina, que deben ser carísimos, me los dispensan en la farmacia con la receta de mi médico de cabecera, gratuitamente hasta hace dos meses y abonando un 10% desde entonces.
Es algo tan natural que apenas le doy, le damos, importancia, pero la tiene y mucha. Esta mañana, mientras preparaba el desayuno que me ha devuelto a la normalidad, me ha dado por pensar en qué sería de mi si, en lugar de ser un pensionista con toda la atención médica que requiero cubierta por ese Estado de Bienestar que el PP está asfixiando, fuese un inmigrante que se ha quedado sin trabajo, no tiene papeles y, sin embargo, padece la misma enfermedad que yo. Quizá no tendría ni el vaso de leche que le repusiese del bajón ni, mucho menos, la posibilidad de acercarse a un centro de salud a pedir ayuda.
Quizá no seamos conscientes, pero, a partir del viernes, en este país, los hombres dejaremos de ser iguales, Ya sé que en la práctica nunca lo hemos sido, pero después de años de lucha y sacrificio de muchos hombres y mujeres buenos y valientes, con la democracia llegaron los mecanismos que, si no nos hacían iguales, sí nos ponían en el camino de serlo. Estoy hablando, claro, de la sanidad y la enseñanza para todos. Pero al Partido Popular, desde su egoísmo y el de gran parte de sus votantes, otros han obrado simplemente con ignorancia, quiere ponernos etiquetas y decidir quién debe y quien no debe ponerse enfermo en este país.
Hablaba de la ignorancia de algunos votantes del PP y también debo hacerlo de quienes están al frente del Ministerio de Sanidad, porque nada hay de mayor ignorancia que pretender poner plazos al tratamiento de enfermos crónicos, como yo. Un año exactamente y siempre que el diagnóstico y el tratamiento se decida antes del viernes, porque, a partir del viernes, ni eso. A partir del viernes, si a algún inmigrante sin papeles le ocurre lo que a mí esta mañana y, por no tener qué llevarse a la boca, cae en coma, si tiene suerte le trasladarán a un hospital, donde le tratarán en urgencias y muy probablemente le hospitalizarán hasta sacarle del coma y estabilizarle. Luego, a la calle, quizá con una factura imposible de cobrar en el bolsillo, a no comer y a volver a ponerse en riesgo.
Os he hablado de la diabetes, porque es una enfermedad que, para mi desgracia, conozco, pero lo mismo les ocurrirá a quienes tengan un tumor, a quienes padezcan SIDA o tuberculosis. Ya no serán hombres como nosotros sino inmigrantes sin papeles. Lo malo es que me temo que ellos sólo sean los primeros de la lista, los más fáciles de expulsar del sistema, pero luego iremos los demás, los crónicos a los que, como se ha hecho en Reino Unido, se les pueda achacar una cierta responsabilidad en su enfermedad, los demasiado ancianos, los crónicos y, en general, los que no sean rentables para el sistema.
Menos mal que muchos trabajadores de la Sanidad Pública ya han manifestado su intención de objetar las órdenes del ministerio, menos mal que muchas comunidades autónomas seguirán atendiendo a esos seres humanos "de segunda" y menos mal que de aquí a tres años habrá de nuevo elecciones y podremos corregir la deriva incompetente y egoísta que ha tomado este país. Al menos eso espero.
 
 
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1 comentario:

Marisa dijo...

No todos somos iguales. Y cada día es más difícil ser diferente. Sobre todo si ese ser diferente te conduce a requerir un servicio “deficitario”.


Un saludo.