viernes, 17 de agosto de 2012

PATOSOS



¿Quién se acordaba ya de Wikileaks? ¿Qué había de verdaderamente transcendental en los papeles que tan exclusivamente ocupados y exclusivamente invadida tuvieron a medios tan "serios" como, por ejemplo, EL PAÍS?
A mi modo de ver, las respuestas son prácticamente nadie y prácticamente nada, si exceptuamos, claro, aquel video de la masacre desde el helicóptero norteamericano en Iraq, que, por cierto, no estaba en esos papeles, aunque el autor de la filtración fuera el mismo. Nada, salvo la constatación de que el tan mitificado mundo de la diplomacia y los servicios de inteligencia apenas es un asunto de chismorreo y corta y pega.
Si miramos atrás, a ser posible con ira, nos daremos cuenta de que mientras estos medios cumplían con el compromiso de Wikileaks, entregando sus primeras a nimiedades convenientemente hinchadas, al menos en el caso de España, Europa estaba cayendo en esta, por entonces, inimaginable crisis, nadie puso atención en aquellos estallidos de indignación en Túnez que dieron lugar a la primavera árabe y, así, otros tantos asuntos.
Sin embargo, hay que admitir que lo más jugoso fue, precisa y simplemente, eso: que a los sesudos espías y diplomáticos de los superpoderosos países de occidente se les vio el culo, perdón por la crudeza, y estos, con todas sus vergüenzas al aire, se esmeraron, esta vez sí en elaborar su venganza, atrapando y enterrando en vida al soldado "filtrador" y preparando lo que a todas luces era una trampa al cabeza visible de Wikileaks, Julian Assange.
Las acusaciones contra el primero pueden mantenerle en la cárcel el resto de su vida, las dirigidas contra Assange podrían ser menores, incluso en la Suecia que le reclama, pero el proceso contra él entraña el peligro de mantenerle al alcance de los EEUU que esperan como agua de mayo la ocasión de tenerle en un país, Suecia, con el que, al contrario de lo que ocurre con el Reino Unido, sí hay tratado de extradición.
Lo que me resulta más difícil de explicar es el follón organizado por el gobierno conservador británico que, por cierto, veranea aquí, en pleno territorio PIGS a propósito de la decisión de Assange de refugiarse primero, y pedir asilo político después en la embajada de Ecuador. Lo único que me sirve como explicación es que el gobierno británico desprecia al de Ecuador, sirve a los intereses de su aliado norteamericano y sigue teniendo aquellos aires de grandeza de cuando su armada dominaba el mundo.
La otra explicación es el tan manido principio de Peters, según el cual todos van escalando puestos en la vida hasta que alcanzan su máximo nivel de incompetencia: el ministro de exteriores británico William Hague lo ha conseguido. Con sus amenazas de asaltar la embajada de Ecuador en Londres y su torpeza en el asunto, Hague ha dejado claro que él y su jefe Cameron son unos verdaderos patosos, poniendo varios ases en al mano del populista Correa que, a estas horas, debe estar soñando con que el asalto se haga realidad.


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1 comentario:

Marisa dijo...

Correa: Reino Unido “no nos va a amedrentar”.

A río revuelto ganancia de pescadores.

Leitmotiv de nuestros días.

Haiku mañanero. Un saludo.