Desde el Gobierno se han empeñado en borrar de la cara de
este inmigrantes y de las de otros ciento cincuenta mil, seres humanos,
semejantes, como dicen en esas iglesias a las que van a pedir las soluciones
que ellos no nos saben dar, mujeres y hombres como nosotros que trabajan, ríen
y sufren como cualquiera de nosotros, a los que Rajoy y su cuadrilla de
incompetentes quieren dejar sin el derecho a la sanidad universal que recoge la
Constitución.
Desde que Sanidad, con su ultra católica ministra al frente,
tomó la decisión, todos los expertos en la materia han hablado de disparate
irresponsable, amén de denunciar que el gasto que se trata de evitar sacando a
los "sin papeles" del sistema es una nimiedad comparada con el coste
del riesgo en que se pone a toda la población desatendiendo a la gente sin
medios con enfermedades contagiosas.
Al mismo tiempo, los miembros del PP t los responsables del
Ministerio que han hablado sobre el asunto han ido de despropósito en
despropósito, diciendo burradas dignas de un colegial y proponiendo salidas al
asunto propias de "Antoñita la fantástica".
Tratar de cobrar 700 euros al año a los inmigrantes por una
igualdad que la constitución les reconoce es un verdadero contra dios, entre
otras cosas, porque la población de la que estamos hablando no dispone de ese
dinero. Tratar de que sean las ONGs las que se hagan cargo de la asistencia a
estos irregulares, es volver a la España de los dispensarios de las monjitas y
la beneficencia pública. Pretender, como pretenden, cobrar la atención a los
gobiernos de origen de los inmigrantes, eso ya alcanza el grado de gilipollez
supina. Boutade tras boutade, ocurrencia tras ocurrencia, no han hecho más que
dar testimonio de lo poco preparado que está este gobierno para este asunto y
para tantos otros.
Si hay que meter las tijeras sin dejarnos desprotegidos,
mejor harían en sacar los cuartos de los astronómicos presupuestos de Defensa,
incluso recortando o abandonando misiones que apenas merecen el reconocimiento
de los países que luego nos ponen al pie de los caballos.
Cinco comunidades autónomas están dispuestas a no obedecer
la orden de Sanidad para dejar a estos hombres y mujeres sin asistencia y yo
les aplaudo. Así como existe una "obediencia debida" que permitió por
ejemplo que algunos de los más entusiastas golpistas del 23-F salvasen el culo,
existe una desobediencia, también debida, que es la que surge cuando, ante
órdenes injustas o absurdas, se practique la sabia rebeldía de hacer caso a los
códigos éticos, la solidaridad y el sentido común, antes que al
"piernas" de turno.
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1 comentario:
Es inspirador, o cuanto menos sintomático, el hecho de que los Tribunales con sus sentencias reparen los menoscabados derechos que el dislate de Reforma Laboral ha producido y que cinco comunidades se nieguen a llevar a cabo las aberraciones que desde Sanidad se promueven.
Un saludo.
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