viernes, 1 de febrero de 2019

SE CONFORMABAN CON EL PP


Cuando, a finales de los ochenta, los restos del franquismo, aquellos siete magníficos que, fracaso tras fracaso electoral, pilotados por Fraga, entendieron que divididos no podrían hacer frente al PSOE de Felipe González, se refundaron como Partido Popular, lo hicieron porque juntos sumaban y, sobre todo, porque, tras el fracasado golpe de estado de Armada, Milans y Tejero, el pasado franquista puro y duro, era una carga demasiado pesada para enfrentarse a las urnas.
Siempre se ha dicho que el mayor mérito de Fraga había sido el de "pastorear" hacia la democracia, hacia el PP, a todos esos restos dispersos del franquismo y sus votantes, a los brindó una opción con posibilidades en la que depositar sus añoranzas del pasado, más después del rechazo generalizado que cosechó el vergonzante 23-F.
Desde aquel 1989, especialmente desde que Aznar asumió la dirección tutelada del PP, pese a aquel bramido de Fraga de las "ni tutelas ni tutías", el PP fue convirtiéndose en una alternativa real y fue alcanzando el poder, primero en algunas autonomías y, finalmente, en 1996, el gobierno de la nación, desalojando a un PSOE maltrecho, demasiado viciado y un tanto escorado a la derecha como para seguir encantando loes electores de izquierda.
De modo parecido, todos los años en el gobierno, con Aznar o Rajoy, han ido minando la credibilidad del PP, hasta el punto de que, desde el estallido de la crisis de la trama Gürtel y su calvario judicial, no ha hecho otra cosa que caer en las urnas, enfrentándose a un electorado diverso y disperso que, si era partidario de las irresponsables bajadas, en absoluto podía comulgar con un partido condenado en los tribunales con demasiados dirigentes en prisión, del mismo modo que casaban mal el liberalismo en lo económico con las contradicciones que en lo moral introducían personajes como Gallardón en los electores. Tanto, que sólo la forma de enfrentar el terrorismo de ETA, la gran obsesión de Aznar y los suyos, o el independentismo en Cataluña, que tanto debe al propio Aznar y a Rajoy, responsables del escaso nivel que hoy tiene el debate sobre el futuro de Cataluña. nacionalismo.
Esa, la del combate a los nacionalismos, catalán y vasco, unida a las consecuencias de la mala gestión de la crisis económica por parte de Zapatero, ha sido el arma de la que se ha valido el PP para marcar diferencias con el cada vez más acomodado PSOE, y, curiosamente, esa puede ser el arma que acabe con sus años de gloria, porque sus eslóganes, sus argumentos, corregidos y aumentados están siendo utilizados por su verdadero enemigo hoy, VOX.
Si los dirigentes del PP han sido racistas, Vox lo es más, si machistas, también VOX les supera, si homófobos vergonzantes y dormidos a los que se descubre en un descuido, VOX lo es y lo es a cara descubierta, si sueñan en silencio con expulsar emigrantes, VOX lo pide a gritos. Malos tiempos para la tibieza debe pensar Casado, líder del PP por una carambola, que, asustado por la caída libre de su partido y deslumbrado por el fracaso transmutado en éxito en Andalucía, ha hecho suyo el discurso de su viejo amigo t compañero, Santiago Abascal, ahijado político de Aznar, como él, sin caer en la cuenta de que lo único que retenía a los hoy votantes de VOX, agazapados en el PP desde que Fraga les dio cobijo, era la ausencia de unas siglas con las que identificarse, unas siglas que ahora ya tienen.
El último sondeo del CIS deja al PP en cuarto lugar, por detrás de Podemos. La reacción de Casado y los suyos ha sido la de anatemizar al director del CIS, el socialista Tezanos. Espero, por el bien del PP, no del mío, que, si alguien queda con sentido común en la calle Génova, corrija el mensaje de ese "vendedor de motos averiadas" que tienen como presidente. Si no, más vale que vayan haciendo las maletas, porque con ese mensaje no va a atraer a los votantes de VOX, porque los votantes de VOX ya estaban en el PP y se conformaban con él hasta que se fueron, y así con su mensaje inconsistente y ultramontano corre el peligro de espantar al resto que se iría, quién sabe si a Ciudadanos.

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