Tengo no sé si la suerte o la desgracia de haber vivido unos
cuantos años ya y me tocó, por tanto, la suerte o la desgracia, otra vez, de
vivir con perfecta conciencia y padecer por tanto los últimos años del
franquismo. Por ello, hoy, me viene a la memora aquel discurso hipócrita e
inútil de Carlos Arias Navarro, "carnicerito de Málaga" por su papel,
cuando apenas era un jovenzuelo, en la represión en la Málaga de la posguerra.
Arias Navarro sustituyó como presidente del Gobierno a Carrero Blanco, muerto
en atentado apenas unos meses antes y llamado a suceder al propio dictador
Franco.
Aquel discurso que tuvo la "osadía" de proponer en
las cortes franquistas, hace cuarenta y cinco años, la autorización, no de
partidos, sino su remedo de asociaciones políticas que diesen al régimen un
cínico barniz democrático. Aquel discurso inútil, que pasaría a la Historia
como el del "Espíritu del 12 de febrero", se desvaneció apenas dos
meses después, cuando, en Portugal, triunfó la Revolución de los Claveles,
dejando a la española como la última y única dictadura en a Europa Occidental,
se pronunció tal día como hoy desde la misma tribuna desde la que, hoy. Pedro
Sánchez defenderá sus presupuestos que los partidos nacionalistas catalanes,
junto a los herederos de aquella dictadura, los que no acaban de condenarla
abiertamente, tienen previsto, por razones bien distintas, echar abajo.
Hoy, cuarenta y cinco años después, se juzga a los
responsables de los acontecimientos que llevaron, hace dos años, a la
declaración de una efímera república catalana, lograda retorciendo, al margen
de la constitución y el estatut catalán vigentes, y el posterior referéndum
ilegal, convertido por la torpeza de Rajoy y su ministro Zoido, en un triste
espectáculo que hizo retroceder el prestigio de España a los ojos del mundo.
La fecha es la misma que la de aquel fallido intento de
maquillaje del franquismo que pretendió Arias Navarro, el escenario, la sede
del Supremo, coincide con el de una de las fechas más tristes y a la vez más
llenas de dignidad de la reciente Historia de España, porque allí se instaló la
capilla ardiente de los cinco abogados laboralistas del despacho de la calle
Atocha, asesinados por los pistoleros de la extrema derecha, amigos de la
policía política heredada del franquismo, una capilla ardiente y una comitiva
posterior de los féretros que ocupó con serena tensión, bajo el hostigamiento
la Policía, aún de gris, la Plaza de Colón, desde la que hace dos días se pidió
una vuelta atrás en mucho de lo que hemos conseguido desde entonces.
Os preguntaréis, me preguntaréis, una vez más, el porqué de
esta retahíla de fechas y lugares con la que hoy os abrumo. La respuesta es
simple: es porque hoy periodistas que muy probablemente no vivieron aquellos
momentos, nos van a bombardear con calificativos exagerados del momento y el
lugar que no son otros que los que me he permitido recordaros, sobre todo,
inspirado por la estupidez de la periodista María Claver que justificó su
humillante, para quienes amamos el periodismo, papel en la concentración del
domingo en Colón, no sólo entregándose a la lectura de las mentiras de tan oprobioso
manifiesto sino suscribiéndolas, también a posteriori, incluso frente a las
evidencias de su falsedad, en que no pudo vivir el 23-F, sin aclarar desde qué
bando hubiese querido vivirlo, aunque podría imaginármelo.
Quizá porque no conocieron la dictadura ni los horrores de la transición, muchos jóvenes y no tan jóvenes se atreven a decir sin reflexión que el de hoy es el juicio más trascendente de la democracia. Se ve que nadie les ha contado lo que ocurrió en España un 23 de febrero, hace ya treinta y ocho años. Hoy, 12 de febrero, es el día señalado para el arranque de este juicio, no al independentismo, sino a los responsables de unos hechos a todas luces ilegales, ocurridos hace dos años, durante unos días en los que unos y otros parecieron haber perdido la cordura.
Quizá porque no conocieron la dictadura ni los horrores de la transición, muchos jóvenes y no tan jóvenes se atreven a decir sin reflexión que el de hoy es el juicio más trascendente de la democracia. Se ve que nadie les ha contado lo que ocurrió en España un 23 de febrero, hace ya treinta y ocho años. Hoy, 12 de febrero, es el día señalado para el arranque de este juicio, no al independentismo, sino a los responsables de unos hechos a todas luces ilegales, ocurridos hace dos años, durante unos días en los que unos y otros parecieron haber perdido la cordura.
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