Creo que siempre hay que recelar de las demostraciones de
fuerza, especialmente de las "dopadas". Por eso desconfío
profundamente de la manifestación convocada este domingo en Madrid por un
Albert Rivera superad por su odio al independentismo catalán, el verdadero
motor de su entrada en política, y un Pablo Casado grogui que se levanta una y
otra vez y busca por todos los rincones del ring la tecla que le devuelva el
liderazgo de la izquierda y el reconocimiento popular que empieza a faltarle
entre los suyos.
Uno y otro, lo escribí ayer en estas mismas páginas, tienen
prisa. No quieren perder el tren que está pasando ante sus narices, en medio
del instinto suicida de ERC y PDCat, de la torpeza del PSOE y su gobierno y el
egoísmo de muchos ciudadanos que disfrazan de patriotismo y dignidad lo que
sólo es "yo y lo mío primero". Tienen prisa, Casado la tiene, entre
otras cosas porque, cada día que pasa, las posibilidades de que el fango en que
ha vivido, pegado a las faldas de Esperanza Aguirre y el bigote de Aznar, le
salpique seriamente,
Pero las prisas, como al niño que coge por su cuenta el
caramelo que ya le iban a dar, pueden pasarle factura. Las prisas que le llevan
a pagar el bus a quienes quieran acudir a la manifestación de Colón, sean o no
del partido, sin pensar, quizá porque lo ha vivido demasiado y lo da por
"normal", que esas cosas tienen un claro tufillo a otros tiempos, a
los tiempos de la Gürtel, juzgados, condenados y aún por esclarecer en su
totalidad.
Casado está encantado de haberse conocido y no se explica
que su llegada al PP no haya tirado hacia arriba de su partido en los sondeos.
Casado es de los que se creen elegidos para una misión y cree que si no está
"arrasando" en las encuestas es porque aún no ha dado con la tecla y
que es sólo cuestión de tiempo que una de las que toca cada día sea la que le
abra el camino a la Moncloa. Sin embargo, todas esas teclas juntas, tienen más
que ver con la paranoia y el desquicio que con la serenidad y visión de futuro
que se espera de un líder.
Casado adolece, además, de una falta de memoria, patológica
o entrenada, que le lleva a pisar una y otra vez los mismos charcos en los que
se metieron sus mayores en el PP. El último, el de relacionar el aborto con el
pago de las pensiones, considerando -ni el mismísimo Galardón se hubiese
atrevido a tanto-a las mujeres como factorías de las que han de salir los
obreros, que, aún explotados con ahínco por sus amigos los empresarios- paguen
las pensiones que, a mi juicio, deberían pagarse con todo lo que esos mismos
empresarios están dejando de pagar, para llevarlo a paraísos fiscales desde los
que seguir especulando y deteriorando la riqueza de los españoles, que no
siempre es lo mismo que lo que llaman Economía Española.
Casado, Rivera y ese matón, Abascal, que les acompaña, pero
que lejos de defenderles persigue su botín, vienen el domingo a Madrid a
envolverse en la bandera y en la gente para que no les veamos el culo de su
verdadera ideología. Agitan el fantasma de Cataluña, si me apuráis, un
intangible, porque difícilmente una mayoría de catalanes, con todo lo que ello
supone, votaría su salida de España. Y lo hacen porque, en todo lo demás, está
claro que no cabe el engaño. Lo saben muy bien los taxistas, muy esperancistas
ellos, que se han quedado con una mano delante y otra detrás, ante la dureza y
el enroque del presidente Garrido, defensor de todos los intereses que la gente
del PP tiene en las VTC.
No nos dejemos engañar ni, mucho menos, asustar por las
demostraciones de fuerza de la derecha. Pueden, incluso, tener algo de
positivo, enfrentando a los catalanes ante la verdadera cara de lo que ellos
llaman España y que sólo es una parte de España, A estas alturas de la película
todos sabemos de sobra que los líderes de los partidos independentistas son
jugadores de envite y yo no descarto que, en algún momento, ante el panorama
que se avecine, retiren su apuesta.
La manifestación del domingo supone un paso más en la
actitud sectaria de la derecha y no debemos tomarla como algo anecdótico,
porque es algo más, mucho más. Sobre todo, porque esta vez van a por nosotros,
a por todos nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario