Por segunda vez en menos de un mes he sido víctima de una
frustración que perfectamente evitable si la organización del trabajo en
determinadas empresas obedeciese a criterios de eficacia y no al credo
neoliberal de que una empresa sin plantilla es una empresa mejor.
Como todo el mundo sabe, Telefónica, heredera y propietaria
de la mayor parte de las infraestructuras de telefonía en nuestro país, se
había dormido en los laureles porque su situación les ha permitido dar servicio
ames que nadie, porque su imagen de marca seguía siendo buena y porque sus
clientes, antes abonados, podíamos permitirnos sus elevadas tarifas. Pero las
cosas comenzaron a cambiar, la gente perdía ingresos y trabajo y se defendía
eliminando gastos superfluos o contratándolos en compañías con precios más
baratos.
Fue así como Telefónica perdió más de medio millón de
clientes y fue eso lo que llevó a la compañía a lanzar una agresiva campaña de
precios y servicios para fidelizar a sus clientes y captar otros nuevos.
Gracias a una llamada de uno de sus comerciales supe que podía hacer algo por
mejorar los servicios que recibo de Movistar -todos- y que podía revisar a la
baja mis tarifas. Dicho y hecho. Con una simple visita a "mi" tienda
Movistar, en realidad una subcontrata de la compañía, mejoré todo: las tarifa
del móvil, el ADSL pasó a ser de fibra óptica, con 100 megas nada menos, y me
"doblaron" los megas del "pincho" 3G. Todo ello con las
consiguientes fidelizaciones.
Se me advirtió que en mi zona ya estaba instalada la fibra
óptica, pero que aún no estaba en servicio y éste se demoraría hasta septiembre,
algo que llegué a encontrar razonable y que, en realidad, no me resultó nada
frustrante.
Lo malo empezó cuando, unos días después, me llamaron para
decirme que la zona ya tenía servicio y para preguntarme cuándo podrían venir a
instalarme el nuevo sistema. Di toda clase de facilidades y en uno o dos días
tenía a tres "uniformados" de telefónica o lo que fuese que a lo
largo de dos o tres horas instalaron y desinstalaron todo, porque, a la hora de
la verdad, la zona seguía sin servicio. De risa fue ya que, tras recibir otra
llamada comunicándome que el maldito servicio, la potencia dicen ellos, había
llegado. Estaba fuera de Madrid y demoré la cita hasta mi regreso. Llegaron dos
nuevos uniformados, esta vez españoles, porque los anteriores eran un peruano,
un colombiano y un ecuatoriano, con un uniforme algo distinto que después de
desplegar los equipos, comprobaron que tampoco esta vez había servicio. Todo
esto a la hora de comer, con lo que al apetito se sumó una nueva frustración.
Charlando con uno de los técnicos me enteré de que su padre
fue uno de los prejubilados de Sintel en el 2000, de que las tareas
encomendadas a aquella filial de Telefónica se fueron encomendando a
subcontratas que operaban con la supervisión de lo que quedaba de Sintel, pero
que, con el tiempo las subcontratas se fueron haciendo con el control total, a
la vez que se iban deshaciendo de sus plantillas para recontratar a sus
empleados como una nueva subcontrata o como autónomos que han de comprar el
material, poner su coche y jornadas de doce horas o más, también sábados y
domingos, a cambio de unos sueldos que apenas rondan los novecientos o mil
euros.
En telefónica, me dijo, apenas quedan comerciales. Todo lo
mueven subcontratas que pueden estar en Madrid o cualquier otra provincia o
país. Subcontratas, al parecer, nada coordinadas que generan un caos que a mí
al menos me ha provocado dos frustraciones y unas cuantas horas de mi intimidad
y de mi tiempo libre.
Con las subcontratas y la "externalización de servicios", las empresas probablemente ganen más dinero o, simplemente, no lo pierdan. Pero lo consiguen a base de rebajar sueldos que hace sólo dos o tres años fueron de 1800 y 2000 euros hasta los 900 o menos que, en peores condiciones de trabajo y con menor preparación técnica, ganan hoy sus empleados, y, cómo no, a base de generar un caos organizativo que lleva a situaciones tan surrealistas como las que yo he vivido y que también cuestan dinero, no sé a quién, me temo que a los trabajadores, pero cuestan.
Ah, y no trates de seguirle la pista a la descoordinación de
las subcontratas. Seguro que la atención al cliente también está subcontratada
o en manos de una máquina de esas que ante cualquier cuestión te plantean un
menú de cuatro o más opciones.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
1 comentario:
A todo esto, le puedes sumar la cara que se te queda al cambiar de compañía y contratando exactamente lo mismo que tenías con telefónica (sólo que más barato) y ver que tu ordenador se ha convertido en el Halcón Milenario navegando a la velocidad de la luz y te descubres bramando de placer a lo Chewbacca (Chubaca, de toda la vida) mientras te descargas un video de YouTube, ante un ojiplático Han Solo.
Un saludo.
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