martes, 5 de marzo de 2019

UNAS MIAS QUE ERAN SUYAS


De niño, quizá entrando en la adolescencia, escuchaba a mi abuelo hablar de la Guerra de África, supongo que a la del Rif, con la que afortunadamente nada tuvo que ver, hablar de las "mias", unas unidades militares indígenas de caballería, encuadradas en las tropas españolas y de dudosa lealtad, a las que las habladurías, aquí  en la península, atribuían gran parte de la responsabilidad de la derrota frente a los insurrectos, independentistas, del Rif, hasta el punto de dar por bueno que "aquellas mías eran suyas".
Guardando las distancias y dejando claro que el referéndum del 1 de octubre en Cataluña era de por sí ilegal y que nunca debió celebrarse y que, de alguna manera, fue la muy autoritaria y muy imprudente oposición del gobierno de Rajoy  a celebrar una consulta cuyo resultado carecía de toda legitimidad,  la que llevó a las urnas a decenas de miles de catalanes, no cabe duda de que la actitud de los mossos d' esquadra, un cuerpo que forma parte de las fuerzas de seguridad del Estado, o de sus mandos fue absolutamente desleal.
Al menos eso es lo que insinuó el secretario de Estado de Seguridad de Zoido, José Antonio Nieto, para quien el despliegue de los mossos, exigido por la autoridad judicial para impedir la apertura de los colegios electorales y diseñado por sus mandos, fue netamente insuficiente, cuando no se encargó, en contra de las instrucciones judiciales de asegurar su apertura. Nieto dio a entender, además, que la desconfianza se instaló en el gobierno dado que quienes querían celebrar el referéndum participaban en las reuniones en las que se diseñó el plan para impedirlo.
También hablo de los Comités de Defensa de la República, encargados en principio de organizar el referéndum, que pasaron a organizar la resistencia a las fuerzas de la Policía Nacional y la Guardia Civil que trataron de impedirlo, del mismo modo que volvió a mostrar sus dudas sobre la lealtad de los mandos de los Mosoos, o así lo interpreto yo, al señalar que los CDR, llegaban a los lugares en que tenían que intervenir la Policía o la Guardia Civil antes que las mismas fuerzas.
Con todo, a un ciudadano de a pie como yo le cabe preguntarse si no hubiese sido oportuno actuar sobre los mossos, interviniendo su dirección o, simplemente, dejando hacer, como ya se hiciera con la consulta convocada por Más, para desactivarla legalmente a posteriori. Sin embargo, me temo que en todo lo que hace referencia a Cataluña la sobreactuación y el dramatismo han primado sobre todas las demás actitudes, como si unos y otros obrasen sólo a mayor gloria "de los suyos" olvidándose de la tranquilidad y el bien de los demás. Así Rajoy mostraba su fuerza, inútil pero fuerte, y la Generalitat la astucia, tan inútil o más que la fuerza de Rajoy, porque, un año después, estamos donde estamos y sin salida aparente.
Todo viene del hecho de que a nadie parecía interesarle la verdad, porque cada uno ya tiene su propia realidad blindada y paralela a la de los otros. Y ya se sabe, lo sabemos desde primaria, que las líneas paralelas nunca llegan a juntarse. Sin embargo, creo que el juicio a los responsables de lo que ocurrió aquellos días, en el que, de ser cierto lo dicho por Nieto y lo parece, faltaría Trapero en el banquillo, está teniendo un efecto descompresor y, si no de acercamiento de esas dos realidades, sí de apertura de miras para poder conocerlas de primera mano. 
Quizá así salgamos de la surrealista situación en que vivimos y conozcamos el final de esta historia, digna de haber sido filmada por Hitchcock, en el que a cada secuencia corresponde un giro dramático de la situación y los que parecían culpables dejan de parecerlo y los torpes pasan de golpe al bando de los hábiles. Lo que sí parece claro es que las mias, los mossos, eran suyas.

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