Otra vez la misma foto, sí, la misma foto de aquella
concentración en la plaza de Colón de Madrid, la concentración que quiso ser
una exhibición de músculo conservador en el arranque de la reconquista del
poder usurpado "por el sanchismo ayudado por los independentistas y los
herederos de ETA, que sueña el PP de Casado, con la ayuda regañada de
Ciudadanos y la vergonzante concurrencia de VOX, el partido del hijo pródigo de
Aznar, Santiago Abascal, "Santi" para Casado.
Quiso ser un hito glorioso, inmortalizado para la historia
con una foto más que incómoda para Rivera, el cuñado de la derecha de toda la
vida, incómodo en el posado, luciendo su pelo de nuevo florecido junto a
quienes una y otra vez dice combatir. Quiso serlo, pero, desde ese día, a Casado,
Rivera y sus socios, todo parece haberles ido de mal en peor. Las cuentas no
salieron y la concentración que quiso ser gloriosa acabó, pese al esfuerzo de
autobuses y logística, en una concentración más, por debajo en asistentes, de
las del orgullo gay y de las marchas del ocho de marzo d 2018 y las del viernes
pasado, cuyas reivindicaciones, las de los unos y las otras, están tan enfrente
de sus postulados.
El único éxito de este tripartito retratado en la plaza de
Colón, al pie de ese bloque de hormigón que conmemora las capitulaciones
de Santa Fe, fue el acuerdo, oscuro e inconfesable para uno de los tres socios
que les ha permitido gobernar o "mangonear" en la Junta de Andalucía.
Lo demás han sido inconvenientes, fracasos y, sobre todo, meteduras de pata y
revelaciones de ese pasado que vuelve como un incómodo reflujo a la boca de
quien ha sido y no quisiera haberlo sido. Desde aquel día, hemos sabido que VOX
se fundó y se financió con dinero procedente de una sospechosa organización
iraní en exilio, de islámica y de izquierdas, justo lo que Abascal y sus
muchachos dicen combatir. Y no sólo eso, también hemos sabido, pese a
desmentidos y borrados, que el presidente del partido de Abascal en Lleida fue
detenido por delitos sexuales, que existen vinculaciones entre la Fundación
Francisco Franco y VOX, que su único parlamentario nacional, el senador
Alcaraz, se ha opuesto, sin explicar muy bien por qué, a la resolución
propuesta por el resto de grupos, contra la discriminación LGTBI en el deporte,
siendo su voto el único que faltó para a unanimidad de. Pero, sobre todo y lo
más importante, hemos tenido oportunidad de escuchar lo que dicen y lo que
callan aquellos a quienes algunos medios, por morbo o por lo que sea,
publicitan por encima de lo que merecen.
Hablaba al comienzo de meteduras de pata, algo en lo que
Pablo Casado y su gente son especialistas, tanto en lo que dicen como en las
decisiones que toman o en lo que hacen. Hablo no sólo de las más que evidentes lagunas
culturales del presidente del PP, más propias de un lector del Reader's Digest
que de un licenciado, "masterizado" por Harvard o Aravaca, sino de
"desbarres" verbales que dejan muy a las claras su desconocimiento de
la Historia y la realidad del país que pretende gobernar, todo dicho con mucho gesto,
mucho movimiento de brazos y mucho paseo sobre el escenario, como un
telepredicador apocalíptico que quiere quedarse en el tono y en el gesto,
porque sabe que as palabras se las lleva el viento y más aún las suyas, que de
sobra sabe que no valen nada. Hablo también de cómo, siempre que se posiciona,
lo hace en el lado equivocado.
Cómo, pese al error de Gallardón, planteando el
endurecimiento de la regulación del aborto, que llevó a su salida del gobierno
y al ostracismo en el partido, porque, ni siquiera entre los votantes del PP,
el del aborto es ya un asunto a debate, Pablo Casado ha insistido en pisar ese
charco ofendiendo a las mujeres con su estúpido machismo patriarcal, dejando
claro que la relación del presidente del PP con el colectivo de las mujeres es,
cuando menos, algo patológica. Quizá por eso, no dudo en desmarcarse de las
marchas feministas del viernes y en desautorizar la presencia de sus compañeros
y compañeras en las mismas. Todo un acierto, hablo desde el sarcasmo, que
debería mantenerle en silencio durante mucho tiempo.
Vayamos ahora con Rivera y su partido, preocupados por su
marcha en las encuestas, en las que no acaba de despegar. Rivera, campeón
universitario de debates, antiguo bancario y enfermo de una prisa indisimulada
que le lleva a cometer errores de bulto, no sólo en sus posiciones, sino en
alguna de sus últimas decisiones, por ejemplo la de "enriquecer" las
listas de su partido con fichajes de otros partidos, como si de un jeque del
fútbol se tratase, buscado restos de saldo a izquierda y a derecha, fichando lo
mismo a ex ministros y expresidentes del PP que del PSOE, alguno de los cuales,
como la ex presidenta de las Cortes de Castilla León, que ya viene corrupta de
casa y no sólo eso, sino que ha tenido que echar mano del puchero, o al menos
eso parece, para conseguir encabezar la lista a la Junta, a la que venía
presentándose con el PP desde hace casi tres décadas.
Confieso que cuando, hace unas semanas, cuajó la "armadita
invencible" en Andalucía me asusté y me deprimí a partes iguales. También recuerdo
que comenté a unos amigos que era necesaria una movilización, la que no se dio
en Andalucía ante las urnas, de cara a las próximas elecciones y que, como esa
movilización ya no eran capaces de proponerla ni partidos ni sindicatos, la
única esperanza estaba en la lucha de las mujeres. Por eso creo que no hay que
dormirse en los laureles para mantener viva la llama que, otra vez, prendieron
nuestras compañeras. Sobre todo, porque las derechas que tanto nos asustaron
llevan meses si dar una a derechas.
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