Vaya por delante mi "mea culpa" por todos los
resabios machistas que ha dejado en mí la educación inocentemente machista, si
es que el paternalismo de la sociedad patriarcal puede ser inocente, que recibí
de mis padres que, como tantos, bastante hacían en aquella España con
alimentarnos, vestirnos, calzarnos y pagarnos un colegio más que educarnos. Un
mea culpa, el famoso dolor de los pecados, que me lleva, contrito, a la
penitencia de intentar cambiar mi comportamiento y el de quienes tengo cerca y
me importan.
Os aseguro que hacer caso a la razón en esto no es lo más
fácil. Lo más fácil es dejarse llevar por la marea y el oleaje que a cada
momento surge a nuestro alrededor, hasta el punto de que tomar unas cañas con
los amigos puede convertirse en algo incómodo si realmente dices lo que piensas
y lo que piensas es que hay demasiado machismo en ellos. Sin embargo, que este
machismo, estos resabios que ahora llaman "micromachismos", está
presente en casi todos "nosotros" es algo evidente y que hasta cierto
punto es comprensible. Lo que ya no lo es es que los partidos políticos, la
presunta vanguardia de la sociedad padezcan colegiadamente, con hombres y
mujeres en sus direcciones, las mismas taras que los individuos.
Lo acabamos de comprobar y lo lamento, aunque sólo a medias,
en Podemos, donde alguien y no un mero "inscrito", sino alguien con
mando en plaza ha tomado la decisión de anunciar al orbe la buena nueva de que
"ha vuelto el hombre" con un cartel que no sólo celebra el regreso del
líder de su baja de paternidad sino que, además, subraya que el que vuelve es
ÉL, aunque ella, la que parió a los hijos y veló por ellos en los momentos
quizá más difíciles, no fue recibida como la heroína que toda mujer es, quizá
porque, incluso en la izquierda progresista, lo suyo viene de serie y el
esfuerzo se le da por descontado.
Se confunden, porque son millones las mujeres que han
cumplido con la hazaña que a Pablo Iglesias se le atribuye, quizá por eso nada
mejor que la huelga de mañana, para enfrentar a los varones con el día a día de
las mujeres, algo que, como digo, se aprende y se enseña en el seno de las
familias,, en el que, desde pequeños, se asigna el papel que han de cumplir
niños y niñas, quizá para el resto de sus vidas, de no mediar una toma de
conciencia que la defienda de lo que no es más que desafortunada costumbre.
Lo de Podemos y su cartel no es más que otra muestra de ese
nefasto culto a la personalidad con que algunos líderes se dejan defender de
sus rivales y, lamentablemente, de las críticas, algo que no es exclusivo de
Podemos ni de la izquierda, aunque ese culto, como en la iglesia acabe en cisma
las más de las veces. Véase si no lo que está pasando en el PSOE con susanas y sorayas,
nacidas y educadas en el seno de su partido para el poder y el cargo, del que
son incapaces de prescindir. No ocurre sólo con las mujeres, pero en este
momento y en ese partido, ayudadas por lambanes y pages, estas dos mujeres
parecen empeñadas en ello.
En ciudadanos, la cosa no es mejor. En ese partido las
mujeres son algo así como las muletas del líder, todas cortadas por el mismo
patrón, como sacadas de un casting, en el que lo que prima es parecerse a la
delegada de curso de cualquier clase de un colegio de monjas, leánse Inés
Arrimadas o Begoña Villacís, señoras de su señor y los negocios de su señor,
que han hecho del victimismo y la queja su imagen de marca. En el PP, salvo
Celia Villalobos y su kale borroka, el feminismo brilla por su ausencia, cuando
no lo combaten fieramente. Llevan años nadando entre dos aguas, haciendo ver que
consideran a las mujeres como iguales, pero aprovechando a cada paso la escoba
de la religión y la iglesia, la institución más machista que existe, para
barrer cualquier asomo de igualdad en sus filas.
La ciudadanía ya lo sabe y no se fía de ellos.
Quizá por ello, después de haber amagado con marchar junto a
las mujeres en sus manifestaciones de mañana, el PP ha decidido no esforzarse en
aparecer en esa foto, como sí fueron capaces de hacer el "esfuercito"
de posar junto a los odiadores de la mujer libre y responsable que son los
dirigentes de VOX. Lo malo, lo peor es que, al margen de esa tierra quemada
para el feminismo que es la derecha, desde Ciudadanos a VOX. Para el resto del
arco político, donde se supone que es la vanguardia de la sociedad, las
mujeres siguen siendo sólo meras "compañeras de viaje".
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