viernes, 7 de septiembre de 2018

EL VÍDEO DE LA DISCORDIA


Vaya por delante aclarar que el título de esta entrada es tramposo, porque, en mi opinión, no hay tal discordia salvo una cierta actitud de eso que se ha dado en llamar "postureo". El vídeo en cuestión que sienta juntos, conversando, a dos ancianos que un día se enfrentaron en la batalla del Ebro, dentro de la campaña para conmemorar los cuarenta años de la Constitución, ha sido contestado, casi con ira por Pablos Iglesias y, sobre todo, Juan Carlos Monedero, asegurando de modo simplista y demagogo que sería imposible sentar a un superviviente de los campos nazis junto a uno de sus carceleros, a un resistente francés junto a un colaboracionista o a un fascista italiano junto a un partisano. Demagogia y simplismo, insisto.
Olvidan uno y otro que en las guerras civiles y más en la nuestra, en ocasiones, acaban en uno u otro bando más por el lugar geográfico en que les sorprendió el estallido de la confrontación, en el caso de la guerra de España por un torpe y fallido golpe de estado que tardó tres años en resolverse, que por verdaderas razones ideológicas, por lo que la historia de Germán y José ha sido no sólo posible sino más habitual de lo que caría pensar, del mismo modo que, paradójicamente. también se dan más de lo que debieran los enfrentamientos y los odios a propósito de aquella guerra entre quienes ni siquiera habían nacido ni sus familias la sufrieron más allá de las terribles consecuencias que la mayoría de los españoles sufrieron durante cuarenta años.
No creo que sea más allá de una minoría ideologizada en exceso la que comparta la opinión de los dos dirigentes de Podemos. Es más, creo que en esa minoría estarán también quienes se consideran pertenecientes o herederos del "bando vencedor". Y lo creo porque, afortunadamente, en este país fue una mayoría la que, si no optó por ella, sí se dejó llevar por la ola de la llamada reconciliación que, no deberíamos olvidarlo, el PCE abrazó y promovió en un primer momento.
Es evidente que la transición a que condujo aquella reconciliación ha resultado imperfecta en muchos aspectos, es evidente que son muchas las costuras descosidas con el tiempo. También lo es, quién lo niega, que la mayoría de quienes estaban arriba en 1978 siguen estando ahí y más arriba si cabe y que quienes estaban abajo siguen abajo. Sin embargo, lo que nadie puede negar es que encuentros como el de Germán y José han sido posibles y seguirán siéndolo y que la intransigencia y el sectarismo, más cuando los intransigentes e intolerantes caen en incoherencias inmobiliarias y fiscales. 
Ya, por último, me permitiría recomendar a Pablo Iglesias, tan dado a recomendar, aunque sean series maniqueas como "Juego de Tronos", que se asome al cine francés, en el que encontrará títulos que le iluminarán sobre el lugar que acaba por ocuparse en cualquier conflicto, en este caso durante los años de la ocupación alemana de Francia. Hablo de "Lacombe Lucien" de Louis Malle o de "Monsieur Batignole" de Gerard Jugnot, en las que comprobamos cómo caer en uno u otro lado del conflicto dependía de para dónde soplaba el viento ese día.
Creo que no es bueno sembrar la discordia a propósito de una iniciativa que, a pesar de asignaturas pendientes de la memoria y las cunetas, ensalza la convivencia que, como estamos comprobando en Cataluña, es un fruto demasiado frágil.

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