martes, 18 de septiembre de 2018

EL FUERO Y EL HUEVO


Quién nos iba a decir que el "ansia de conocimiento" de nuestros dirigentes iba a acarrear como consecuencia la primera reforma de la Constitución más allá de aquel collar de castigo que, en tiempos de Zapatero, PSOE y PP pusieron al cuello de millones de españoles con aquella ominosa reforma del artículo 135, forzada por le Unión Europea, que dejó a los españoles indefensos ante una crisis que tenía más que ver con la codicia y la irresponsabilidad de la banca de aquí y de allá que con los "pecados" de las víctimas finales.
El caso es que, por lo que sea, por necesidades propias, por desviar la atención de su persona, por aligerar la presión mediática sobre su gobierno o por acotar el terreno en que se mueve el líder de la oposición, Pablo Casado, Pedro Sánchez ha sacado este llamativo pañuelo de la varita de mago que ha puesto en sus manos el Congreso al aprobar la moción de censura contra Rajoy que le llevó hace poco más de cien días a La Moncloa.
El pañuelo de vivo color y de seda, suave al tacto, pero resistente si es preciso atar o amordazar a alguien con él, es la propuesta para reformar urgentemente la "carta magna" para levantar o aligerar el fuero que, hoy por hoy, protege a demasiados españoles, por ejemplo y no me resisto a destacarlo al mismo Pablo Casado que, de aprobarse la reforma, debería responder sobre las irregularidades de su máster ante la juez que ha implicado a varias de sus compañeras en aquella "aventura académica, en lugar de gozar del privilegio de hacerlo directamente ante el Tribunal Supremo, cuyos magistrados, querámoslo o no, en ocasiones deben su carrera y quién sabe si su futuro a esos mismos políticos a los que tienen que juzgar. 
El anuncio para el que previamente se habían hecho sonar las fanfarrias y los redobles no era otro que el de esa reforma exprés  de la Constitución que, como la de don Vito Corleone, es una propuesta a la que ni PP ni Ciudadanos se pueden negar, la de la revisión de los fueros que debería ser aprobada por el Congreso en sesenta días y que perjudicaría enormemente al Partido Popular que tiene decenas de imputados en sus filas que, con ella, quedarían a merced de los jueces que hasta ahora instruían las causas en las que se ven inmersos, jueces que, si envían sus causas al Supremo o a los tribunales superiores de cada autonomía, es porque habían visto en ellos algún indicio de culpabilidad.
El PP sería a primera vista, desde luego, el más perjudicado por esa reforma aún por perfilar, pero no sería el único perjudicado, porque también entre las filas del propio PSOE y de otros partidos que, como la de don Vito, se verían obligados a aprobar- Y se sabe que, para hacer una tortilla, hay que romper algunos huevos y aquí parece claro que el cálculo sobre los huevos a romper ya está hecho y el estropicio compensa lo que se va a obtener con ella.
Si PP y PSOE, amén de otros partidos de parecida tradición, se ven perjudicados, no parece que vaya a ocurrir lo mismo con Ciudadanos que aún no ha tenido tempo de corromperse en la misma proporción. Quizá por ello y porque la supresión de los fueros era uno de los puntos de sus programas electorales, el partido de Rivera se ha visto obligado, sobrepasado por Sánchez, a marcar distancias con la propuesta, acusando a los socialistas de pretender con ella devolver a los políticos catalanes encausados por la proclamación de independencia y la convocatoria de los referendos, olvidando que quien marcó la pauta a seguir en las acusaciones no fue el propio Llarena, sino la jueza Lamela de la Audiencia Nacional.
Lo que me queda claro es que, por lo que sea, este país siempre se ha llevado mal con los tribunales y que, tradicionalmente, se ha optado por el huevo frente al fuero, al que sólo se recurría en cuestiones de honor, honrilla popularmente, como el don Erre que Erre del cine, hasta que, claro, la clase política lo convirtió en un paraguas que, cuando menos, extiende en el tiempo la solución de procesos en los que, de clara que es su culpabilidad hiere a los ojos de  quien tiene un mínimo de objetividad.
En fin, veamos hasta dónde llega este conejo que ha sacado Sánchez de su sombrero y si hacemos tortilla con los fueros.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Bien visto ...

Saludos
Mark de Zabaleta