miércoles, 19 de septiembre de 2018

CHULO, FEO Y MALO


Le faltó poner los pies en la mesa mientras escupía por la comisura de ese labio imposible su tabaco de mascar oscuro y viscoso- Le faltó entrar en la sala de la comisión balanceándose sobre sus caderas, hundiendo en la alfombra los tacones de sus botas de vaquero, mientras apoyaba sus manos en las culatas de sus pistolas al cinto. Le faltaron remolinos en el horizonte y el silbido del viento en la carrera de San Jerónimo, acompañando su chulesca aparición en el edificio que como todo, como todos nosotros cree suyo.
Le sobró la chulería de quien se sabe temido, aunque poco querido y quizá por eso tuvo que repetir, repetirse que es muy querido en su partido, olvidándose de que su partido ya no es tan querido por os españoles, de que ya no estamos en los tiempos en los que hizo de Pablo Casado su jefe de gabinete, un Pablo Casado al que cacheteó con displicencia y una media sonrisa de ratón, no lo hubiera hecho mejor un mafioso. Hizo todo eso y lo hizo interpretando el papel de figurante de spaghetti western que el mismo se asignó en aquella nefasta coproducción que fue la Segunda Guerra del Golfo, aquella que se presentó en las Azores, con un photocall en el que no sabía colocarse y del que no hubo manera de arrancarle.
Cuando le veo de nuevo, como le vi ayer, no tengo la menor duda de que ese hombre no es ni ha sido feliz. No puede haberlo sido. Ni siquiera en aquellos días en que se corrió el rumor de que andaba enamorado, en aquellos tiempos, breves, por cierto, en que alguien trató de humanizar su hosca figura, envolviéndola en páginas de poesía. Sin embargo, aquello no funcionó y si no funcionó es porque ese hombre agresivo e inseguro no es capaz de ofrecer un flanco por el que asome un gramo de ternura. Ese hombre se debe a la refriega y la altivez, que cultiva sin descanso, porque sabe que, aunque sea en el papel de villano, está donde nunca imagino que podía estar.
De que no es capaz para la ternura da prueba la manera en que se refirió a las circunstancias por las que están atravesando Pablo Iglesias y su compañera, sin la más mínima afectividad y en medio de un reproche. Algo parecido a lo que hizo con Casado, al que saludo pretendidamente con cariño, para dejar claro que es "su chico".
De lo demás, de aquello por lo que había sido llamado a la comisión, no dijo nada. Él no sabía nada, no cobró nada que no debiera, no autorizó nada indebido y está orgulloso, muy orgulloso, de haber presidido su partido y nuestro país durante demasiados años, añado yo. Aznar no dijo nada de lo que de él se esperaba, el personaje lo hace imposible, pero tampoco hay que dar por perdida la mañana y es que, pese al lucimiento personal buscado por Rufián, mezclando churras con merinas, Aznar llegó a perder los nervios y lo hizo cuando las preguntas se hicieron claras y precisas con Pablo Iglesias.
Aznar se permitió mentir con descaro, de ofender a la inteligencia, no sólo de los diputados, sino de cualquiera que hubiera vivido esos años con una mínima atención. Aznar se permitió negar lo que, después de años de investigación y proceso, sentenció la Audiencia Nacional, que en el PP de Aznar hubo una caja B y que con ella se financió, totalmente o en parte, el partido.
Pero a Aznar todo esto le da igual. Aznar practica la posverdad de sus amigos americanos, si es que no la inventó el mismo tras los atentados de Atocha. A Aznar le basta con sentirse temido y con soltar dos o tres frases, con creerse brillante. Nadie en su entorno, que es el único que le importa, se lo va a reprochar. Se ha encastillado en un territorio aparte, no sé si en montañas lejanas o en desiertos remotos, pero sí alejado, muy alejado, de la realidad en la que vivimos.
La comparecencia de ayer pudo ser inútil "procesalmente", pero nos permitió medir de nuevo la calaña de ese personaje orgulloso de ser, todo en uno, el chulo, el feo y el malo.

2 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

Un artículo magistral ...


Saludos
Mark de Zabaleta

María Borrego R dijo...

Qué bueno. Me has hecho reir, enfurecerme, recordar las nauseas que me produjo escucharle. Gracias.