Ayer, delante de unas cañas, mi amigo Patiño me advirtió que
hoy, a las ocho, la Cadena SER iba a ofrecer una información más que
interesante. No me lo dijo exactamente con esas palabras ni me dio más pistas
-y yo no le pedí más, porque la mejor forma de no traicionar una confidencia es
no compartirla- aunque sí me insinuó a que sector iba a afectar. No es que le
diese muchas vueltas a la cabeza, porque el domingo está hecho para descansar,
pero os aseguro que deduje más o menos la identidad del protagonista de la
información, que no era otro que el presidente de la patronal madrileña, Arturo
Fernández, quien comparte con su homónimo el actor la magia de sus pulcras
canas, la boquirrotez y que, como diría un sastre, "carga"
descaradamente a la derecha, porque había que ver como cargaban uno y otro contra los trabajadores, los sindicatos y todo aquel que no se pareciese a su adorada Esperanza Sánchez, quien, para Fernández, era "cojonuda". Le había colocado como mi principal sospechoso -ya
se sabe: los prejuicios- pero, como digo, no le di más importancia. Pero, si os
digo la verdad, no me atribuyo ningún mérito, porque la información es
escandalosa, aunque debo decir que en absoluto es sorprendente.
Os cuento, por si no lo sabéis ya, que la información,
elaborada por Pilar Velasco para la SER, revela que Arturo Fernández pagaba en
negro, las horas extraordinarias, los pluses y los complementos a los empleados
de sus empresas, adjudicatarias de numerosas contratas para la administración.
Un asunto de por sí muy sucio y más sucio si cabe si se piensa en que este
señor era el patrón de patrones de los empresarios madrileños, vicepresidente
de la CEOE y fue uno de los consejeros de Cajamadrid que dieron por buenas las
cuantas con que Rato sacó Bankia sobrevalorada a bolsa con su consiguiente
hundimiento.
Arturo Fernández tenía por costumbre pagar una parte
importante del salario de sus trabajadores en un sobre y en negro. Una merma
que no sólo era arbitraria, sino que, al no aparecer en nómina, el Sr.
Fernández se la ahorraba en las cuotas que debería abonar a la seguridad social
y supongo que se las ahorraba también en pagas extraordinarias. Una estafa, no
solo para la debilitada caja de la Seguridad Social, sino también para sus
trabajadores que se iban al paro o a la jubilación con un subsidio o una
pensión mucho menores de los que correspondería a su salario y, claro está, a
su penoso trabajo.
Esta es una parte del pastel, porque la otra, aún por
determinar, es saber de dónde sale ese dinero negro e inconfesable que
Fernández ponía en los sobres de sus trabajadores. Y no sólo eso. Atando cabos,
caemos en la cuenta de que Arturo Fernández, cuyo grupo de empresas es líder en
el sector y que ha obtenido con cierta ¿demasiada? frecuencia las contratas de
hospitales, comedores escolares y de centros de trabajo de la Administración y hasta del
mismo Congreso de los Diputados o la Asamblea de Madrid, amén de suministrar numerosos catering, forma
parte de la gran coartada del presidente madrileño, Ignacio
González, puesto que su mujer es la mano derecha de Fernández en la CEIM, despues de que saliese de su empleo en el sector eléctrico con una escandalosa indemnización que le vino "de perlas" para justificar, el precio "pagado" por el matrimonio González-Cavero por el
polémico ático del que disfrutan desde hace años en la costa marbellí. Y puestos a atar cabos, atemos este otro:
Arturo Fernández es donante de una de las fundaciones del PP madrileño.
Este escándalo, un secreto a voces, especialmente en
sectores como el de la hostelería y, en tiempos, el de la construcción, debería
bastar para abrir una investigación que ponga al descubierto todas las cañerías
y cloacas de estos empresarios que, no sólo se permiten explotar a sus
empleados, sino que, además, les tienen bajo la espada de Damocles del despido
que, en esas condiciones, se vuelve mucho más penoso, dado que el subsidio y la
pensión serían casi irrisorios.
También entiendo mucho mejor ahora las polémicas
declaraciones del Sr. Rosell tildando a los funcionarios de vagos y caros. No
me extraña que lo piense, si lo compara con lo mucho y duro que deben trabajar
los empleados de las empresas de Arturo Fernández. CEOE que, por cierto, acaba
de manifestarse sobre este asunto, diciendo que es un asunto particular de su
vicepresidente. Justo lo mismo que dijo respecto de Díaz Ferrán tras las
quiebras fraudulentas que llevaron a su detención y posterior encarcelamiento.
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