Qué lástima de país. Da la impresión de que aquí vivimos en
un continuo "todos contra todos", en el que lo que más importa ah
dejado de ser qué pueden hacer por nosotros los partidos, el gobierno y la
prensa, para convertirse en el “cómo puedo arruinar el prestigio de..” o, como muy bien lo definió Esperanza Aguirre
en su confidencia televisada a su delfín González, en aquel "qué tenemos
contra este", en el que se refería, dijera lo que dijera después, a un
compañero de partido, al que disputaba el poder en el mismo.
Decir que la cizaña crece sólo en los campos de la política
resultaría tan generoso como cándido. Esta mañana me he despertado con un
panorama sombrío de "huele braguetas", como se les llamaba en el cine
y en la novela negra, generalmente policías que han pasado al lado oscuro, espiando a unos al servicio de otros y, lo que es peor,
viceversa. Se habla de una verdadera plaga en Cataluña, pero aquí, en Madrid,
tenemos en los juzgados desde hace unos años la trama de "anacletos"
en nómina del gobierno de Esperanza Aguirre que, al parecer, espiaban a todo el
que se interponía en el camino de la presidenta. Pero los anacletos no son de
hace cinco, ni siquiera de hace diez, años. Recuerdo que, ya en los ochenta, se
hizo el "barrido" electrónico de más de una sede de partido en busca
de micrófonos ocultos o, porque no decirlo, se hablaba, y cómo, de los
submarinos, que no eran otra cosa que infiltrados en un partido, al servicio de
otro. Cuentan que Bono, en su etapa en el PSP de Tierno, lo era para su
entonces amigo Alfonso Guerra.
Mucho más sucio y vergonzante resulta aquel video que se hizo de un conocido
periodista con una periodista y que se distribuyó en todas las redacciones -yo
me negué ver aquel video que llegó en un sobre a la mía- para acabar con su
prestigio, en un momento en que resultaba molesto para el poder. De la misma
calaña son todos esos políticos del entorno rural que dedican más tiempo a
"pillar" a sus adversario en un mal momento, sea el que sea, que a
resolver los asuntos de sus votantes.
Y si esto es reprobable y un tanto vomitivo, más lo es que, una vez obtenida
la prueba, no se lleva a los juzgados, sino que, una de dos, se lleva a la
prensa o, mucho más fácil, se cuelga en Internet o bien se le enseña a la
"victima" para hacerle chantaje, convirtiéndolo en un aliado forzoso
para, vete tú a saber, qué asuntos.
Lo más triste es que en toda esta oscura madeja está la prensa. Esa prensa
que, para nuestra desgracia, ha dejado de estar al servicio de los lectores y
la audiencia, para convertirse en el escaparate en el que se exponen los
resultados de todas esas oscuras prácticas de las que hablamos. Aunque sería
injusto hacer generalizaciones, hace mucho tiempo que la prensa ha dejado de
investigar, para convertirse en receptora de dosieres, siempre sesgados que
depositan en ella las fuentes con el compromiso no escrito de mantener el
sesgo, so pena de que la próxima vez el material vaya a parar a otras manos.
Me diréis que, gracias a esas prácticas y otras más sucias aún, conocemos,
por ejemplo, los papeles de Bárcenas. De acuerdo, pero no me negaréis tampoco
que ese libro de contabilidad hubiese estado mejor en manos del juez que, por
ejemplo, hubiese dado carta de naturaleza al que lo entrega, que hubiese tenido
que "retratarse" ante el juez, acabando con ese tira y afloja tan
peligroso que supone el chantaje de quien tan bien conoce las cuentas del PP a
quien ya ni se atreve a pronunciar el apellido del que fue su contable.
En fin, esta gentuza ha convertido la política y el país en un patio de
vecindad, en el que dosieres, fotos, grabaciones y videos, conseguidos por
propia mano o a través de anacletos a sueldo, se lanzan de una a otra ventana,
tratando de causar el mayor daño posible al vecino, mientras el portal se cae a
pedazos y el ascensor hace tiempo que no funciona.
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