Tiene cola de león, melena de león, garras de león y ruge
como un león, pero hay quien se empeña en convencernos de que no es un león. Es
algo "tan de cajón" que pierden el tiempo en intentarlo. Allá ellos,
porque, al final, el primer zarpazo va a ser, ha sido ya, para ellos y tengo la
impresión de que, de este, no se recuperan. Pese a todos los intentos de
explicar lo inexplicable.
Con mucho más aplomo que su jefa, la torpe María Dolores de
Cospedal, tan autoritaria como torpe, el inefable Esteban González Pons nos situó
ante la disyuntiva de tener que elegir entre la credibilidad del PP y la de su
fiero ex tesorero que al verse solo en la selva de los tribunales ha comenzado
a dar zarpazos más a diestro que a siniestro. Hizo mal González Pons en invocar
aquella credibilidad que les dieron cientos de miles de ciudadanos hace quince
meses en las urnas, porque, con tanta promesa incumplida, tanta trampa y tanto
trapo sucio al descubierto y tan pocas y fiables explicaciones, de aquel
capital político que, efectivamente, tuvieron, apenas quedan migajas. Pero creo
que hizo aun peor al emplazar al innombrable Luis Bárcenas ante los tribunales.
En realidad lo de Pons fue un brindis al sol, porque quien les emplazó, y por
sorpresa, fue el propio Bárcenas, demandándoles por despido improcedente ante
la Magistratura de Trabajo.
Efectivamente, señor González Pons, los tribunales dará la
razón a uno quitándosela a otros o quién sabe si a la inversa. Pero cuando
alguien ha estado recibiendo mensualmente una cantidad fija, con su correspondiente
retención del IRPF y las no menos correspondientes cotizaciones a la Seguridad
Social, quedando constancia de todo esto, probablemente en una cuenta corriente
a nombre del ex tesorero ahora apestado, y, seguro, en la Agencia Tributaria y
la Tesorería de la Seguridad Social, malo sería que un tribunal no lo
considerase un salario, sea cual fuere el trabajo por el que percibía su
contraprestación el demandante.
Para desmantelar la más que verosímil teoría llevada por
Bárcenas ante Magistratura, al PP le bastaría con presentar un papel, un sólo
papel, firmado por el propio demandante, en el que se estableciesen los términos
de ese acuerdo por el que el ex senador recibiría una indemnización
"diferida" de más de cuatrocientos mil euros "simulada"
como salario por su trabajo en el partido. Bastaría, pero no lo han presentado.
Les costaría una importante sanción por fraude a la tesorería de la Seguridad
Social, pero taparían de una vez, al menos en este asunto, la boca del que
fuera su senador por Cantabria. Y cabe pensar que, si no lo han presentado, es
porque no debe existir. Porque Bárcenas puede ser malo, malísimo, pero tonto no
es. Y no me lo imagino abriendo un nuevo frente legal sin tener todos los
triunfos en su mano.
Cuánto daría por mirar por un agujerito lo que ocurre estos
días en la sede nacional del PP. No puedo creer que todos los cargos del
partido y mucho menos sus militantes puedan permanecer impasibles ante la ópera
bufa que están representando la secretaria general, torpe donde las haya, y
todos sus mariachis, mientras el "Don Tancredo" que tienen por
presidente en el partido, ellos, y por presidente de la nación todos nosotros,
permanece quieto pálido y pintado de blanco, pensando que el león es un toro y
que va a "pasar" de él.
Se equivoca Rajoy y se equivocan sus cospedales. Los jueces
no entienden de credibilidades sino de pruebas y, de momento, el que las tiene
todas y las administra con frialdad es Bárcenas. A este Don Tancredo ya no le
sirve de nada la credibilidad de aquellos once millones de votos que
difícilmente recuperará en mucho tiempo. Ese toro, insisto, con melena, cola, garras
y rugidos de león, es un león y lo único en que su presencia evoca al mundo de los
toros es que, ante ella, la dirección de su partido se está comportando como la
cuadrilla del bombero torero.
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