Fue Felipe González quien, para refreírse a esos brindis al
sol en que muchas veces acaba la pugna entre partidos, citó la hilarante escena
de "Una noche en la ópera" en la que cada a cada plato de la comanda
que se hace al camarero en el abarrotado camarote añade su "y dos huevos
duros". Pues bien, durante demasiados años ya y no sé cuántos más en el
futuro, cuando un político, sea del partido que sea, trata de responder a una
oferta de su adversario añade un par de huevos duros a la promesa del rival, en
forma de autovías, estaciones del AVE, puestos de trabajo, ayudas
indiscriminadas a los nacimientos o ese "sobre" lineal y generalizado
que salvó in extremis a Zapatero en su reelección y tanto escandalizó a Pedro
Solbes, hasta el punto de que dejo de la vicepresidencia y el ministerio que
con tanta decencia había ocupado.
Todos y cada uno de esos huevos duros, juntos en un plato,
son los que se nos han indigestado a los españoles. Y no sólo eso, porque, como
las viviendas de los desahuciados, hay que seguir pagando después de haberlos
vomitado y sin haberlos disfrutado. Estaciones fastasma en las que el AVE casi nunca
deja viajeros, aeropuertos sin aviones,
radiales de pago sin coches que todos los madrileños, conduzcamos o no,
acabaremos pagando, hospitales cerrados universidades duplicadas cada cincuenta
kilómetros, Fórmula uno por las cales, ciudades de las Ciencias... y las aguas,
metros subacuáticos y así una larga lista de huevos duros, de granja y de
corral, de gallina o de perdiz, en cuya elaboración se han perdido miles y
miles de euros, a veces en sobres, a veces en maletines, a veces en trajes,
bolos, coches y confeti y a veces directamente en los más variados bolsillos.
Los ciudadanos, consciente o inconscientemente, resignada o
críticamente, hemos caído en la sartén de tanto y tan avieso cocinero y estamos
ya más que fritos achicharrados, sin trabajo, con una sanidad peor y sin poder
comprar el billete de AVE, o el coche soñado para poder demostrar que nos gusta
conducir por esas autovías y autopistas que tan caras estamos pagando.
Nos la han metido doblada. Nos han vendido un sueño de torpe
grandeza en lugar de ofrecernos y darnos lo que, además de justo, era posible.
Y lo peor de todo es que, ahora, los escenarios para todas esas películas que
compramos están patéticamente desolados y llenos de sobres vacíos que se lleva
el viento.
1 comentario:
Fantastico articulo , nos han engañado como a chinos, que dicho sea de paso no sé de donde viene la frase, porque nos han invadido sin que nos demos cuenta, pues a tus palabras añado, que en la fantástica película pedían dos huevos duros no recuerdo bien si era Groucho añadía "que sean tres" pues la política actual tampoco se conforman con doas ahora quieren tres, pero los pagamos nosotros.
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