lunes, 8 de abril de 2019

A PODEMOS, TODO LE SON PULGAS



Un mal pensado, y yo, insisto, a veces lo soy, podría pensar que los planetas se han conjugado -Leyre Pajín lo diría mejor- para devolver a Pablo Iglesias y su partido a la rabiosa actualidad más, después de su baja por paternidad. Está claro que el partido estaba buscando la vuelta de su líder, ya que, en su ausencia, al menos formal, las pulgas de la discordia, el cansancio y la ineficacia en un partido que lo pudo haber sido todo en esta etapa de la democracia española. Deseaba tanto el partido el regreso de su líder, que no dudó en prepararle un cartel de bienvenida que para sí hubiese querido alguna marca de perfumes especializada en machos alfa y que tuvieron que echar abajo con sonrojo, junto a una fiesta mitin en la que Iglesias se curó a lo Castro de esas semanas de silencio.
A los pocos días supimos, ya lo sabíamos, esta vez porque la Audiencia Nacional le llamó a declarar testigo perjudicado en la investigación que sigue contra la rata Villarejo por sus chapoteos en las cloacas del Estado. Iglesias, que debía estar de todo menos sorprendido, ha sabido explotar espero que, a su pesar, su papel de víctima, aferrándose al silencio del secreto sumarial, aunque trufándolo de alguna que otra insinuación tipo Gila, "alguien ha matado a alguien", colocada con aviesa astucia en el campo del PSOE.
Supimos que todo provenía del robo del teléfono de una de sus asesoras en su etapa de eurodiputado, del que se extrajeron datos y conversaciones privadas que oportunamente filtradas a los medios por los autores intelectuales del robo, léase la rata antes mencionada, llegaron a las manos de la desaparecida Interviú, que no llegó a publicarlos y a las de Eduardo Inda, miserable ejemplo del más miserable de los periodismos, que no sólo los publico en su libelo digital, sino que los fue esparciendo, como sólo las ratas hacen con sus detritus por la diferentes tertulias y programas, léase la Sexta, por las que va asomando su feo hocico.
Como no hay mal que por bien no venga, Pablo Iglesias consiguió una actividad mediática que muy difícilmente hubiese tenido por méritos propios y que aprovechó para sembrar las dudas, no sobre el pasado PSOE, el capitaneado por Rubalcaba y otros destacados miembros del que quiere ser sanedrín socialista, sino sobre el de Pedro Sánchez, a unos días del comienzo de una campaña electoral, para la que parece haber escogido al nuevo PSOE, con el que tanto ha colaborado en estos ocho meses, como blanco de todas sus dentelladas.
Lo acaba de hacer con su proyección "fantasma" en la Plaza Mayor de Madrid, una acción rayana en la legalidad, pronto lo sabremos, aparentemente dirigida contra el Partido Popular y la derecha en general, en la que incluye al PSOE como actor, como colaborador necesario, para la permanencia de la misma. No me parece precisamente noble esa actitud, especialmente, porque morder los talones del PSOE, cuando, a estas alturas, debería estar ya avisado de su previsible caída en las elecciones, no parece otra cosa que salvar su propio pellejo a expensas, otra vez, de un gobierno. ahora más posible que nunca, de la izquierda.
Todas las noticias negativas que afectan a Pablo Iglesias, hoy mismo el pinchazo a las cámaras de seguridad del chalé de Galapagar, son las pulgas que encabronan y con razón a Podemos, Hay que acabar con ello y depurar hasta donde sea legalmente posible a las fuerzas de seguridad del Estado y sobre eso no debería haber dudas, pero, del mismo modo, el perro flaco que es Podemos debería dirigir mejor sus dentelladas.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Muy bien expuesto ...

Saludos
Mark de Zabaleta