jueves, 25 de abril de 2019

GARRIDOS


Curioso idioma, el nuestro, que es capaz de la polisemia, esa mágica cualidad de algunas palabras por la que, con los mismos grafismos, con los mismos fonemas, pasa a tener distintos significados según el contexto en que se escriba, en que se diga. Una de esas palabras bendecidas con la polisemia es "carrera", que nos sugiere cosas distintas, según digamos, hacer carrera, hacer una carrera o hacer la carrera. Hacer carrera es, con buenas o malas artes, progresar. Hacer una carrera es preparase, generalmente en la universidad, para ejercer una profesión. Por último, cuando decimos u oímos "hacer la carrera, entendemos que lo que se quiere decir es ejercer la prostitución en la calle.
Por qué escribo esto bajo la foto que certifica el "fichaje" de Ángel Garrido por el partido de Albert Rivera, Ciudadanos, el que invirtió años en convencernos de que pretendía la regeneración de la clase política y la incorporación de profesionales de todas las áreas a la misma, aunque, con el tiempo, se ha visto que no hay pollo para tanto arroz y, después de haber servido a unos y a otros como tabla de salvación en momentos difíciles, de agobio por los escándalos en los que fueron pillados los cargos públicos, pretendiendo hacernos ver que lo hacía para abrir las ventanas y limpiar los rincones de los ayuntamientos y las autonomías en que lo ha hecho, nos encontramos con un partido que tiene los mismos o menos escrúpulos que aquellos a los que prometía regenerar, llenando su la cesta de sus listas electorales en las estanterías del "todo a cien" del resentimiento y también la venganza, en las que aguardan, unos con más polvo encima que otros, la oportunidad de volver a la carrera y yo me temo que en cualquiera de esas tres acepciones.
No sé si fue quien inauguró esta forma de transfuguismo, pero Rosa Díez fue, desde luego, la más significada, con su salida del PSOE desde el escaño europeo, abandonando a su partido de siempre, no el sueldo ni las dietas y viajes del escaño, para fundar su propio partido, UPyD, unos pocos y la Díez, decían las malas lenguas, hasta, después de fracasos y discordias, haber quedado en el olvido, aunque en la órbita de Savater y Ciudadanos, ella que lo fue todo o quiso serlo todo en el PSOE. 
Otro caso más reciente y no menos sonado ha sido el de Silvia Clemente, envuelta en fundadas sospechas de corrupción, que, pese a haber presidido las Cortes de Castilla León, se vio apeada de
las listas del PP o creyó que iba a serlo y optó por pesarse con armas y bagajes a un Ciudadanos que, salvo la dirección nacional, no vio con buenos ojos esa incorporación, abriéndose una guerra interna que acabó como acabó en unas primarias en las que se denunció un ciber pucherazo, que ha dejado a Clemente y sus mentores compuestos y sin novia.
Fueron dos modos bien distintos de abandonar el partido que había sido de su vida, dos maneras de irse que ayer, por sorpresa, se vieron superadas en morbo por la del hasta hace diez días presidente de la Comunidad de Madrid y mano derecha de Cristina Cifuentes, Ángel Garrido, que por sorpresa y después de haber aceptado ser candidato por el PP a las europeas, apareció ayer sobre fondo naranja e la sede de Ciudadanos, que se apresuró a anunciar, sacando pecho, su fichaje para las listas de las elecciones a la Comunidad de Madrid, "traicionando" al partido que le había dejado en la estacada después de haberse "comido el marrón" de sustituir a la mentirosa Cifuentes, con un oscuro billete a Bruselas.
Garrido no dijo ni hizo nada que levantase sospechas sobre su fuga al partido secta que denostaba hace sólo unos días. No dijo nada a nadie siquiera por cortesía. Su compañeros y colaboradores se enteraron, como todos, por la prensa, pasando de la sorpresa al cabreo, algo parecido a lo que debió sentir él mismo cuando supo que sería la "bocachancla" y amante de los atascos, Isabel Díaz Ayuso, quien optase en su lugar a la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Es la historia repetida de los muchos garridos que ha habido y habrá en la política española, garridos que, con carrera o sin ella, pretenden seguir haciendo carrera o "la carrera" en la política española.

No hay comentarios: