Un mal pensado, y yo, insisto, a veces lo soy, podría pensar
que los planetas se han conjugado -Leyre Pajín lo diría mejor- para devolver a
Pablo Iglesias y su partido a la rabiosa actualidad más, después de su baja por
paternidad. Está claro que el partido estaba buscando la vuelta de su líder, ya
que, en su ausencia, al menos formal, las pulgas de la discordia, el cansancio
y la ineficacia en un partido que lo pudo haber sido todo en esta etapa de la
democracia española. Deseaba tanto el partido el regreso de su líder, que no
dudó en prepararle un cartel de bienvenida que para sí hubiese querido alguna marca de
perfumes especializada en machos alfa y que tuvieron que echar abajo con
sonrojo, junto a una fiesta mitin en la que Iglesias se curó a lo Castro de
esas semanas de silencio.
A los pocos días supimos, ya lo sabíamos, esta vez porque la
Audiencia Nacional le llamó a declarar testigo perjudicado en la investigación
que sigue contra la rata Villarejo por sus chapoteos en las cloacas del Estado.
Iglesias, que debía estar de todo menos sorprendido, ha sabido explotar espero que,
a su pesar, su papel de víctima, aferrándose al silencio del secreto sumarial,
aunque trufándolo de alguna que otra insinuación tipo Gila, "alguien ha
matado a alguien", colocada con aviesa astucia en el campo del PSOE.
Supimos que todo provenía del robo del teléfono de una de
sus asesoras en su etapa de eurodiputado, del que se extrajeron datos y conversaciones
privadas que oportunamente filtradas a los medios por los autores intelectuales
del robo, léase la rata antes mencionada, llegaron a las manos de la
desaparecida Interviú, que no llegó a publicarlos y a las de Eduardo Inda,
miserable ejemplo del más miserable de los periodismos, que no sólo los publico
en su libelo digital, sino que los fue esparciendo, como sólo las ratas hacen
con sus detritus por la diferentes tertulias y programas, léase la Sexta, por
las que va asomando su feo hocico.
Como no hay mal que por bien no venga, Pablo Iglesias
consiguió una actividad mediática que muy difícilmente hubiese tenido por
méritos propios y que aprovechó para sembrar las dudas, no sobre el pasado
PSOE, el capitaneado por Rubalcaba y otros destacados miembros del que quiere
ser sanedrín socialista, sino sobre el de Pedro Sánchez, a unos días del
comienzo de una campaña electoral, para la que parece haber escogido al nuevo
PSOE, con el que tanto ha colaborado en estos ocho meses, como blanco de todas
sus dentelladas.
Lo acaba de hacer con su proyección "fantasma" en
la Plaza Mayor de Madrid, una acción rayana en la legalidad, pronto lo
sabremos, aparentemente dirigida contra el Partido Popular y la derecha en
general, en la que incluye al PSOE como actor, como colaborador necesario, para
la permanencia de la misma. No me parece precisamente noble esa actitud,
especialmente, porque morder los talones del PSOE, cuando, a estas alturas,
debería estar ya avisado de su previsible caída en las elecciones, no
parece otra cosa que salvar su propio pellejo a expensas, otra vez, de un gobierno.
ahora más posible que nunca, de la izquierda.
Todas las noticias negativas que afectan a Pablo Iglesias,
hoy mismo el pinchazo a las cámaras de seguridad del chalé de Galapagar, son
las pulgas que encabronan y con razón a Podemos, Hay que acabar con ello y depurar
hasta donde sea legalmente posible a las fuerzas de seguridad del Estado y
sobre eso no debería haber dudas, pero, del mismo modo, el perro flaco que es
Podemos debería dirigir mejor sus dentelladas.
1 comentario:
Muy bien expuesto ...
Saludos
Mark de Zabaleta
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