Eso de "Para que se joda el sargento, no como
rancho" es otra de esas afirmaciones que repetimos una y otra vez sin
conocer muy bien su origen ni, a veces, su significad. Quiero entender que
entraña una especie de huelga de hambre, con la que se pretende desobedecer al
sargento, pero a costa del hambre propia, una forma de protesta, la de al
autolesión, el hambre voluntaria, salvo cuando se hace dieta y a veces también
entonces, es una forma de autolesión, y la autolesión es por desgracia la más
extrema de las protestas y la última baza de quienes carecen de libertad, como
presos o, los que hemos hecho la mili lo sabemos, reclutas.
Esto, claro, cuando no comer, privarse de algo necesario, es
voluntario. Otra cosa es cuando son otros los que quieren protestar a costa de
nuestras hambres, pretendiendo joder a un tercero, Pues bien, eso es,
precisamente, lo que ayer pretendieron en la Diputación Permanente del Congreso
Partido Popular y, con menor convencimiento, Ciudadanos: vetar una serie de
decretos aprobados por el gobierno en sus llamados "viernes
sociales", a expensas de perjudicar a los ciudadanos, para, por un lado,
impedir que el gobierno se apuntase a los ojos de la gente el tanto de aprobar
esas medidas, de carácter social en su mayoría, a menos de cuatro semanas de
las elecciones.
Es decir, Ciudadanos, PP y satélites afines pretendían
privar a la sociedad de las ayudas a los parados de más de 52 años o la
reinversión del superávit de ayuntamientos como el de Madrid, prohibida por el
PP de los recortes hasta ahora y que impedía abordar gastos o llevar a cabo
programas, también sociales en su mayoría, con los que se beneficiaría a los
más desprotegidos de la sociedad, haciendo que los ayuntamientos funcionen como
lo que son, entidades de todos y al servicio de todos y no como empresas
saneadas, en las que se venden el suelo y la maquinaria, en este caso los
solares, los edificios de su propiedad y las viviendas sociales, para hacer
caja y, de paso, beneficiar a amigos y familiares, como el hijo de Aznar
y Botella, a costa de quien necesitaba, simplemente, una vivienda que no podía
pagar y de la convivencia de la propia ciudad que hoy han llenado de turismo
barato, de una borrachera y un polvo, expulsando a los verdaderos vecinos, los
que hacen barrio y ciudad.
PP y Ciudadanos pretendían hacerlo para impedir que el PSOE
se presentase ante las urnas con esos resultados en las manos, para
"vender" a la gente que estos meses de gobierno han sido estériles,
tan estériles como lo fueron los de ese Rajoy "pasmao" que, junto a
Ciudadanos, no hizo nada sino poner palos en las ruedas de cualquier iniciativa
no conservadora, una vez que se hizo con el control de la Mesa del Congreso,
verdadera sala de máquinas de la cámara, con una representación mucho mayor que
la que se esperaría de los votos recibidos en las urnas, desde la que
torpedearon una y otra vez las iniciativas, principalmente de PSOE y Ciudadanos,
para, por ejemplo echar abajo las leyes que en esa u otra legislatura aprobó el
PP en mayoría del primer Rajoy.
PP y Ciudadanos, éste no en todo, trataron de impedir la
convalidación de tan necesarios decretos, para evitar ese triunfo y, quizá en
mayor medida, forzar una segunda copia de la foto de quienes, en la moción de
censura, llevaron a Sánchez a la Moncloa, pero, afortunadamente, no lo
consiguieron y, por esta vez, no se ha jodido el sargento y podremos comernos
nuestro rancho.
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