¿Se puede ser tan torpe como lo fue ayer Carolina Bescansa
publicando "su" famoso borrador, ese en el que "ofrece" a
Íñigo Errejón un pacto para desbancar a Pablo Iglesias del poder en Podemos? En
mi opinión, ni se puede ser ni lo ha sido. Y si digo esto es porque tengo
derecho a pensar que todo ha sido una trampa tendida a Errejón por la misma
Bescansa o por ese ejército de gremlims juguetones que, no sólo elaboran por su
cuenta y riesgo, eso dice la diputada, un "borrador" tan desestabilizador
para la dirección de Podemos como comprometedor para Errejón, sino que,
además, se permiten la alegría de confundirse de ámbito y lo publican a los
cuatro vientos, un ejército oscuro que a nadie le sorprendería que
estuviese lleno de topos.
Lo más probable es que esto sólo sea una paranoia mía,
inducida por la enorme decepción que han dejado en mí los últimos meses de la
historia de Podemos, pero tengo derecho a pensarlo. Tengo todo el derecho a desconfiar
de un partido que ha dilapidado en un tiempo récord, apenas tres años, tanto
poder y tanta esperanza como la ciudadanía había puesto en sus manos. Un
partido que, al menos en lo que a su dirección se refiere, se ha comportado
como nos cuentan que se comportaron quienes hace más de un siglo se pusieron al
frente de la Revolución de Octubre.
A quién beneficia la aparición de ese documento. No cabe
duda de que al que menos gracia le habrá hecho verse en los medios disputándole
el protagonismo en los telediarios a Cristina Cifuentes es al propio
Errejón, colocado bajo los focos a medio vestir como protagonista involuntario
de un asunto en el que no le ha gustado nada aparecer. También perjudica a
Carolina Bescansa, aunque no tanto, dada su escasa relevancia en el partido
desde que se apartó, o se vio apartada, de la dirección del partido en el
último "Vistalegre". Así que, descartando al uno y a la otra, aparece
como fundamental beneficiado el extrañamente silencioso Pablo Iglesias, que,
curiosamente, no ha dicho ni "mu" ante tamaño terremoto en su partido.
Desde luego, a quienes no beneficia en absoluto es a los
votantes de Podemos que, una vez más, se sienten defraudados y con ganas de
comerse el voto antes que volver a dárselo a quienes lo van a desperdiciar
enredándose en extenuantes peleas fratricidas, en vez de "ponerlo a
trabajar" al servicio de los ciudadanos de un país que lo que necesita es
que sus dirigentes dejen se arremanguen y se den a la faena, en de mirarse
tanto el ombligo y ocupar su tiempo en poner chinchetas en la silla de sus
"queridos compañeros".
Cosas como estas son las que me hacen perder la fe en los
partidos políticos, que parecen vivir en una burbuja de cristal con la
seguridad de un buen sueldo durante cuatro años que, a veces, por no decir
siempre, importa más defenderlo que defender a quienes, votándoles, lo hacen
posible. Quizá por eso soy más del Barça que del PSOE o de Podemos, ser del
resto de partidos sería como "hacerme" del Madrid, y eso que el
Barça, como todos, también me da disgustos de vez en cuando.
Lo escribía ayer en Facebook, saludos míster Zuckerberg, los partidos políticos se parecen más entre sí de lo que se parecen a quienes les votan. Incluso este Podemos que parecía venir a limpiar y a sanear los lugares en que, si no se ejerce el poder, sí se hace la política. Por el contrario, en un tiempo récord, ha reproducido los vicios y errores y de los ”viejos” partidos y, sin el menor pudor, a plena luz del día.
Lo escribía ayer en Facebook, saludos míster Zuckerberg, los partidos políticos se parecen más entre sí de lo que se parecen a quienes les votan. Incluso este Podemos que parecía venir a limpiar y a sanear los lugares en que, si no se ejerce el poder, sí se hace la política. Por el contrario, en un tiempo récord, ha reproducido los vicios y errores y de los ”viejos” partidos y, sin el menor pudor, a plena luz del día.
Hace apenas unos días, Pablo Iglesias advertía, a propósito
del inicio del proceso de primarias en Madrid. "Ni media tontería", dijo.
Pues ya tiene su respuesta: tontería y media.
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