De todas las fechorías cometidas por el PP a lo largo de su
historia, la peor de todas, al menos para mí, es esa muerte civil,
afortunadamente frustrada por la justicia, que pretendió para Luis Montes, el
jefe del Servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Getafe, y sus
compañeros, a los que acusó poco menos que de acabar con la vida de sus
pacientes, cuando lo único que pretendían era aliviar el sufrimiento de sus
pacientes. Y, todo, con el único fin de allanar, mediante el desprestigio de la
Sanidad Pública, el camino al expolio de ésta, perfectamente planificado y
acordado con grandes empresas del sector, sin importarles el sufrimiento de
esos enfermos terminales que, a causa de la vil persecución que, en la prensa y
en los juzgados, sufrieron Motes y los suyos. se vieron privados de su derecho
a esperar la muerte sedados, por el miedo de otros facultativos a ser acusados,
como él, poco menos que de exterminar a sus pacientes.
Ayer, Luis Montes murió inesperadamente camino de un acto de
la Asociación por una muerte digna que, desde que se vio obligado a dejar su
carrera, presidía. Murió d un infarto sin que, a sus verdugos sin sayón, de
corbata y cuello blanco, se les hubiese pasado por la cabeza pedir perdón, ni a
él y ni a todos aquellos pacientes que, durante años, tras esa caza de brujas
tan injustamente desencadenada, se vieron condenados a morir exhibiendo su
dolor interminable, sufriendo y haciendo sufrir a los suyos, por habérseles
negado esa muerte digna y tranquila a la que todo ser humano tenemos derecho.
Afortunadamente, la campaña del PP madrileño no duró mucho
en el tiempo, en cuanto se hicieron con el botín lo dejaron y la sociedad se
impuso, se está poniendo, poco a poco a esos falsos prejuicios que, en el caso
de las denuncias contra el doctor Montes, ocultaban sólo codicia, perfumada de
olor a incienso y rancias sotanas. Afortunadamente, se han dado pasos legales
para dar seguridad jurídica a los sanitarios que asisten en el dolor a los
enfermos terminales, afortunadamente, cada vez se da más importancia a los
cuidados paliativos en la sanidad española, afortunadamente, cada vez más, los
sedantes sustituyen a los "santos" óleos en la cabecera de los moribundos,
afortunadamente el PP y sus miserias no pudieron con la dignidad y el ejemplo
de Luis Montes, afortunadamente.
Gracias a Montes y otros como él, que saben diferenciar el
grito y la desesperación de la vida, morir en un hospital o en casa con los
tuyos es mucho más fácil, más humano. Gracias a ellos, que han entendido y nos
enseñan que ayudar a morir es también curar, aliviar el sufrimiento, mi madre
pudo despedirse de sus hijos en su cama del hospital, despacio, cogiéndonos las
manos y diciéndonos lo mucho que nos quería. Afortunadamente, con el mismo
cariño pudimos decirle adiós y su muerte fue una exaltación de su vida y no una
tragedia.
Ahora que ya he pasado por ello no puedo explicarme cómo un
ser humano puede negarle a otro ese derecho a un buen morir. Y no sólo eso,
también dudo que toda esta gente tan llena de poder, dinero e influencias sea
capaz de privar a los suyos, de privarse a sí mismos de ese derecho. Sería tan
fácil caer en la trampa de desearles esa misma muerte cruel, inhumana, que, con
su injusta campaña contra el doctor Montes, forzaron a tanta gente. lo sería,
pero mejor es no hacerlo, aunque lo merezcan, pero no podemos ponernos a su
nivel, porque no podemos desear a otros lo que no queremos para nosotros ni
para nuestros seres queridos.
Por eso, en este momento, sólo quiero dar las gracias a Luis
Montes y a otros que, como él, dan cada día ejemplo de sabiduría y humanidad.
1 comentario:
Realmente un tema clave ...
Saluos
Mark de Zabaleta
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