Qué más tiene que pasar. para que Cristina Cifuentes, cada
vez menos nocente, menos presunta. se dé cuenta de que la mentira es el pecado.
La mentira, adornada por su desmedida soberbia y el absoluto desprecio por los
demás que muestra en cada una de sus cada vez más escasas apariciones públicas.
Cada vez está más claro que la presidenta de la Comunidad de
Madrid está abocada a un final, si no trágico, porque es evidente que, para
alguien como ella, perder el poder y el prestigio sería toda una tragedia, sí,
desde luego, deshonroso. Dónde iría, tras su dimisión o su derrota en la cada vez
más cercana moción de censura esta señora que lleva cuatro semanas escondida o
mintiendo "por tierra mar y aire, mañana, tarde y noche, reiteradamente ante los medios o en sede
parlamentaria", dónde acabaría esta mujer que, en apenas un mes, ha pasado
de ser la presidenta "guay" del nuevo PP a convertirse en una
apestada con la que sólo unos pocos, los más fieles, los que tienen su destino
unido al suyo, los que andan en cosas parecidas a su máster, los que la temen o
la necesitan, continúan arropando.
Dudo que su destino, como soñaba sea en una universidad.
Están curadas de espanto y no creo que quieran entre sus muros a un personaje
tan tóxico como ella, capaz de hundir en un mes el prestigio de una de las
pocas instituciones que los conservaban en España. Dudo que alguna empresa,
aunque "cosas veredes, amigo Sancho", quiera en su consejo de
administración a un personaje tan poco de fiar como ella. En cuanto a su
partido, probablemente esté dando la cara por ella porque no le queda otro
remedio, porque tiene muy claro que, cuando entre en su despacho un inquilino
de otro color político, los armarios, los cajones y las alfombras van a ser
puestos del revés, para sacar a la luz los fantasmas y secretos de casi tres
décadas de gobierno ininterrumpido, más sabiendo que sus antecesores han sido
nada menos que Alberto Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre o Ignacio González.
De ahí que ella se resista y su partido la sostengan, por ejemplo,
como lo hace Paloma Adrados, presidenta de la Asamblea de Madrid, que, en el
más puro estilo Forcadell o Torrent, sigue sin fijar fecha para debatir la
moción de censura planteada por los socialistas con el apoyo de Podemos y
parece, aunque, de momento, sólo lo parece, de Ciudadanos. Después, salvo que,
si finalmente hay moción y sus promotores la pierden, difícilmente volverá a
ser la candidata de un partido, el PP de Madrid, seriamente tocado y dividido
por éste y otros asuntos parecidos.
Los que la defienden son cada vez menos. La prensa más fin,
junto a los medios públicos bajo control del PP, prefieren pasar de puntillas
sobre el máster y sus consecuencias. Su amiga María Dolores de Cospedal,
poseedora de un máster igual o parecido al suyo, se ha convertido en su más
ardiente y quién sabe si única defensora. En cuanto al aguerrido portavoz en el
Congreso, Rafael Hernando, si lo hace, parece que lo hace más por obligación
del cargo que por convencimiento. Tanto es así, que ayer mismo tras esparcir
basura, su propia basura, sobre Ciudadanos y el PSOE, de Cristina Cifuentes se
limitó a decir en defensa de Cifuentes que su máster "se lo dieron y lo
pagó", todo un acto fallido por el que en cierto modo admitía el regalo y
negaba el esfuerzo de la huidiza presidenta.
La renuncia de Cifuentes "a su máster", un gesto
inútil previo a ser despojado de él, fue algo parecido a lo de Hernando,
porque, pretendiendo ponerse a salvo de toda culpa, admitiendo haber gozado
de todas las ventajas que ya se han evidenciado, "condiciones
preferenciales" acaba de decir Hernando en la SER, no hizo otra cos que
admitir que desde el día que se supo de la modificación de sus notas, desde
que, esa misma noche, exhibió el acta falsificada que le fabricaron como
coartada, no ha hecho otra cosa que mentir y aunque, a quien, por la facilidad
con que miente, le cueste creerlo, la mentira, señores, es el pecado y,
dependiendo de dónde y cómo se mienta, también es el delito.
1 comentario:
Bien visto ...
Saludos
Mark de Zabaleta
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